viernes, 9 de diciembre de 2011

Reina: Una hermosura de mujer

“Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Dijo que somos un mar de fueguitos. - El mundo es eso. Reveló -. Un montón de gente, un mar de fueguitos. Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y hay gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.”
Eduardo Galeano*
Se llama Reina Amparo Restrepo y es una de mis, muy personales, figuras de heroísmo. Jamás me gustaron los héroes armados, esos que dan la vida y se mueren jóvenes dejando sus sueños enterrados y muchas versiones de sí mismos. A mi me gustan los personajes, pero esos que viven la vida a través de sus sueños y proyectos; aquellos que siempre están rodeados de mucha gente que los respeta y que, seguramente, seguirá su trabajo cuando ellos ya no estén. Por eso, Reina Amparo encarna lo que, para mí, es un ideal, porque ella está viva, muy viva, y me muestra el camino y la realización de muchas de las ideas en las que yo, como maestra, creo.

En el año 2007 el proyecto “Círculo de lectura infantil y juvenil” de la Hermana Reina Amparo Restrepo obtuvo el Premio Nacional de Paz. Ella y su equipo estaban convencidos de que por medio de la lectura los niños de San Vicente del Caguán podrían recuperar sus sueños, volver a tener metas e ideales y hacerse a una imagen de futuro por fuera de las armas que tanto daño le han hecho a esa región del país. Así que, sin mucho dinero y con muchas ganas, comenzaron a tocar puertas y a conseguir ayuda hasta que hoy tienen uno de los proyectos más hermosos de promoción de lectura y escritura que hay en Latinoamérica.

“Una vez un señor me llamó para donarme sillas y mesas y yo le dije que no, que no necesitábamos eso, que mi proyecto funciona sin sillas o mesas porque funciona en las casas y con el compromiso de las comunidades, es que sin ese apoyo no hay posibilidad de éxito” me lo dice mientras comemos mandarinas y yo la escucho como si estuviera viendo a un hada madrina. La he conocido gracias al programa RELATA** y ahora la tengo aquí frente a mí para formularle mil preguntas, pero no puedo, estoy encantada dejando que hable, cada vez que dice una frase yo aprendo algo.

Reina es la encarnación de lo que significa la alfabetización con significado social. La escritura y la lectura no pueden enseñarse en frío, deben enseñarse para resolver problemas reales de comunicación y ella lo ha logrado con cada una de sus cartillas. Los niños escriben los textos de las cartillas y la comunidad entera lee esos textos. en San Vicente del Caguán hay emisoras y periódicos escolares y todos ellos tienen como función permitir canales de expresión, de generación de identidad. “Ahora los niños tienen sueños, de nuevo quieren ser maestros, doctores, ingenieros, escritores. Eso antes era impensable” lo dice mientras me muestra la “hermosura” de dibujos de sus niños. Y esa es la palabra que mas la define, para mí, ella es una hermosura de mujer. Creo que tiene un cerebro 90-60-90, el mas bello que he visto y eso que he tenido el privilegio de conocer mucha gente inteligente.

Esa mujer paisa que recibe llamadas de personas que la cuidan y le preguntan cómo está, que si tiene frío, si ya está mejor su espalda, esa mujer que ha viajado doce horas por carretera destapada para poder llegar a esta reunión con nosotros . Ella, que es consentida y consentidora y que sonríe como sólo lo hace quien vive su vida entre niños, es mi punto de referencia. Sí, Creo que cualquier profesor de lenguaje de Colombia que tuviera contacto con ella resultaría inspirado.

Su proyecto ha ido creciendo y crece bien, como las plantas que cuidan las mujeres sabias. Comenzó con una cartilla y ahora va en una generación de niños lectores que quieren continuar cultivándose y que quieren transformar su comunidad. Reina no la ha tenido fácil para encontrar recursos pero jamás se ha sentido derrotada. Recibe ayuda, la busca y tiene redes como sólo las sabemos tener las mujeres. Ella “canaliza” energías de las personas que la acompañan a hacer presupuestos, negociar y gestionar. Muchos la apoyan porque ella sabe para dónde va, porque tiene claro lo que es su proyecto y así logra la confianza. Su mayor riqueza es el proyecto mismo y este ya es parte de la comunidad, su mayor arma es su credibilidad, la ha construido con base en seriedad, responsabilidad y constancia. Creo que yo asistiría a ojo ciego a un seminario que esta mujer dictara sobre gestión.

Pasamos juntas dos días y cada vez que tuvo oportunidad de hablar con profesores les entregó sus cartillas, les invitó a hacer parte de su proyecto. Ella es como el fueguito del que habla Eduardo Galeano en “El libro de los abrazos” arde la vida con tantas ganas que no se puede mirarla sin parpadear, y quien se acerca, se enciende. En nuestros primeros minutos juntas compartimos un taxi y, por supuesto, íbamos hablando de lectura cuando el taxista, muy emocionado, nos dijo que él había aspirado a ser edil de su localidad en las pasadas elecciones y que su proyecto era sobre lectura recreativa. Ni corta ni perezosa Reina se quedó hablando con él, contándole del proyecto, entregándole la información, que siempre carga en unos “volantitos” azules. En ese momento la ví tan joven como cuando rodaba en su moto por todo San Vicente, porque ya no lo hace. Desde hace un tiempo trabaja sin la moto pero ahora si que merece aquel mote de “Monja Voladora” porque ella vuela con su proyecto y lleva a los demás en ese vuelo.


Datos de contacto
Si usted es profesor, promotor de lectura o quiere comenzar un proyecto en el tema, puede contactarse con la Hermana Reina Amparo Restrepo diríjase a la CRESCAVI. Corporación Educativa al servicio de la Calidad amazónica de la vida. Email: hermanareina2009@hotmail.com
Si desea conocer sobre el proyecto visite www.circulodelectura.org

* Fuentes

El libro de los abrazos .http://books.google.es/books?id=xT4JuBoPoYoC&dq=el+libro+de+los+abrazos&pg=PP1&ots=Kdu9F_ETAe&sig=VXtp6OgP1De2YjikDgOn-EpcI8Q&hl=es&prev=http://www.google.es/search%3Fhl%3Des%26q%3Del%2Blibro%2Bde%2Blos%2Babrazos&sa=X&oi=print&ct=title&cad=one-book-with-thumbnail
**Red nacional de talleres de escritura creativa





sábado, 12 de noviembre de 2011

Es la política no la naturaleza





El asunto es tan sencillo que no lo podemos ver. Todo el mundo dice que contra la naturaleza no hay nada que hacer. Que estas lluvias son obra de dios, del fenómeno de la niña o del niño o del calentamiento global, pero no es cierto. No del todo.


Desde la conferencia de Tibilisi en el 72 se viene insistiendo en que la degradación de las condiciones vitales del planeta debidas a la contaminación eran prioridad en la agenda de los gobiernos. Es increíble ver los documentos de hace tantos años. La claridad y la capacidad para predecir lo que pasaría si los gobiernos continuaban utilizando combustibles fósiles y energía atómica para hacer funcionar la industria.


Si aceptamos que la política es el gobierno sobre los bienes públicos y que el patrimonio público más importante es aquel que permite la vida, es decir el agua, el aire respirable, la tierra sana y el ambiente propicio para la vida en condiciones de dignidad entonces también aceptemos que el estado del planeta y de sus condiciones para la vida humana es un asunto de decisiones políticas.

Nada de que contra la naturaleza no se puede. Lo que "no se puede" es contra el sistema capitalista y los gobiernos que no ven más allá de intereses particulares y menores.

Cada centímetro cúbico de lluvia que ha caído de más en Colombia es responsabilidad de los gobiernos del planeta. El asunto es que llueve aquí, pero la contaminación que causó esas lluvias es responsabilidad de cada país que ha contribuido con su cuota de CO2.

El fenómeno del niño, de la niña y el incremento de los periodos de lluvia y sequía son causados por la intervención humana y, en algo , podrían ser revertidos. El deslizamiento de barrios, su inundación, la caída de carreteras es consecuencia de la falta de planeación y de estudios sobre los terrenos, así como la falta de programas de mantenimiento y supervisión.

Con frecuencia descubro que mis estudiantes no tienen nociones claras de Biología y de Ecología. Este vacío educativo genera que creamos en lo evidente, por ejemplo que las lluvias son las responsables des desmoronamiento de las carreteras, y no veamos las causas profundas de los problemas ambientales. Cada vez que una persona compra un automóvil movido a gasolina, cada vez que una persona viaja sola o en auto de gran cilindraje, cada vez que escogemos neveras con CFZ estamos contribuyendo al calentamiento del planeta y al cambio climático.


Cada vez que nos resignamos a “que sea lo que la naturaleza quiera” estamos, en realidad, aceptando un estilo de vida que privilegia el dinero y el consumo antes que la salud planetaria del agua, la atmósfera,el clima y los suelos. Cada decisión sobre nuestro país o sobre su naturaleza es una decisión sobre la vida que tendremos.

Esto incluye las decisiones sobre la minería, que no son, como me decía un taxista hace unos días, decisiones sobre la belleza del paisaje sino decisiones sobre nuestra salud. Estamos constituidos en mas del 70% de agua y esa agua la tomamos de nuestro entorno, por tanto si el agua del entorno está contaminada con metales pesados, nuestro cuerpo también lo estará: Somos el medio que nos rodea, este planeta es nuestra placenta, de él nos nutrimos, dentro de él vivimos: No hay afuera.

viernes, 21 de octubre de 2011

Universidad, formación y utopía.



En el trasiego del mundo de hoy los lugares del silencio permanecen y siguen siendo las universidades. Sin embargo, son pocos los lugares en los que es posible la comparación racional entre diversas visiones del mundo. Nosotros, la gente de universidad, estamos llamados a librar sin armas letales una infinita batalla por el progreso del saber y de la compasión humana.


Umberto Eco



En tiempos, como los que vivimos, en los que la racionalidad instrumental deja huella en las preocupaciones de la universidad por la formación profesional es necesario comenzar por retomar las preguntas fundamentales, que pueden dar sentido, o más bien, recordar el fin de la llamada educación superior.
Desde su origen medieval la universidad ha estado ligada a la posibilidad de que el conocimiento sea un factor reconocido socialmente como importante para los miembros de una comunidad. La nobleza de toga es el símbolo de un hombre que vale por lo que sabe y no por lo que posee o ha heredado. Ya en el siglo de las luces y con la visión racional, la universidad adquiere un compromiso con el conocimiento y con la ciencia como factores que son determinantes para el bienestar humano. El proyecto moderno comienza a evidenciarse en una universidad entregada al conocimiento científico y a la reflexión filosófica.


Sin embargo, y como lo apunta Gutierrez Girardot (1986) el gran peligro de la tradicion universitaria es que pierda su ethos, es decir, que olvide su esencia y se estatice en manejos burocraticos y dogmáticos que no permitan que la universidad sea el recinto para la producción y transformación del conocimiento.


Ahora bien, habría que entender que la visión de conocimiento que existe en la edad media, y aún en la ilustrada, es mucho menos fragmentada que los residuos con los que se educa a los jovenes universitarios de hoy en día. “Pedagogo quería decir entre los griegos, en sentido estricto, el que conduce al niño en todos los momentos de la vida. Generalmente era un esclavo o un hombre libre escogido por la excelencia de su carácter, de manera que fuera un verdadero prototipo, que formara más por la irradiación de su personalidad que por sus conocimientos. En la época moderna, el educador es alguien que transmite un saber profesional, es decir, un conjunto de conocimiento útiles. El educador, por otra parte, se ha convertido en funcionario.“ (Jaramillo Uribe 1990:48) Con el paso de las reformas iniciadas por Napoleón, la universidad ha perdido la visión del conocimiento como fenomeno integral y ha olvidado el compromiso de éste para el bienestar humano. La especialización se ha convertido en el resultado de las miradas positivistas sobre la ciencia y la desarticulación es el método que se privilegia en los laboratorios.


En Colombia la especialización ha llegado al punto de que la ley que rige la educación universitaria ha tenido que especificar que debe haber un mínimo de asignaturas de humanidades que permitan al estudiante recibir una formación integral, entendiendo por ella una formación que dimensione y contextualice los saberes y de elementos para la formación ciudadana, la vida política, etica y cultural y por supuesto, para la reflexión y el discernimiento.

Las universidades privadas se han visto en la necesidad de acuñar el concepto de formación integral para hablar de todo aquello que no puede ser justificado dentro del plan de asignaturas de una carrera pues no tiene utilidad inmediata ni aplicación evidente . Las universidades publicas, con amplia tradición, pueden permitirse el lujo de ofrecer un gran conjunto de asignaturas electivas que se inscriben en las lineas de las humanidades y que dan perfiles a sus estudiantes según sus intereses. Cuentan además con una infraestructura que les permite ofrecer ambientes formativos invisibles, extracurriculares que acercan a los estudiantes a una formación estética y cultural que brinda parametros y ofrece opciones de comparación entre los productos culturales de masas y los productos artísticos.


La formación integral , vista como solo un conjunto de asignaturas que deben estar ahí para cumplir la ley, es una visión limitada del asunto. Sin embargo, esta es la visión con la que la mayoría de las universidades aborda el problema de estas asignaturas, en los mas de los casos pertenencientes a las llamadas humanidades. ahora bien, qué consecuencias trae en la formación de los estudiantes esta visión irresponsable de las humanidades.


En primer lugar la fragmentación de las areas del conocimiento es la responsable de que la inteligencia de los jovenes cada vez sea más limitada. Nos hemos encargado, generación a generación de dar la parte sin recomponer el todo, de modo que la superespecialización reduce la mirada y produce una especie de miopía intelectual que no deja al estudiante entender que aquello que el estudia tiene antecedentes y consecuentes sociales, culturales, políticos y económicos y que esa inscripción en la historia tiene un propósito intimamente relacionado con el destino de la humanidad.


El profesional como funcionario tiene una formación exclusiva para el trabajo, de allí su miopia y de alí que no esté en capacidad de entender que aquello que recibe en la universidad es un constructo que tiene intenciones, propósitos y miradas. La racionalidad instrumental hace que la universidad no vea más allá de lo inmediato y que sea sorda a los llamados desde el pasado. A esas voces que le recuerdan que el conocimiento es la herramienta por medio de la cual se consigue la autonomía y se resiste a la heteronomía. En cierta medida, la universidad no debería justificar la existencia de las humanidades en sus programas, mas bien debería recordar lo que los antiguos ya tenían claro: que todo conocimiento es un conocimiento sobre la humanidad. “ El hombre griego desea, ante todo, ser humano. Una esperanza que en su aparente simplicidad inscribe el origen de la idea que el griego tiene de cultura,de paideia,de cultivo de su realidad. ( Lorite Mena.1985: 8)


Como organismo, la universidad no está inscrita solo en el presente, ella tiene un compromiso con el futuro y una responsabilidad con el pasado. El futuro le indica la necesidad de discernir y el pasado le da las herramientas para no olvidar lo fundamental. Esto fundamental no pude quedarse en lo evidente. Es decir, lo evidente es la teoría de la relatividad, pero lo profundo, lo esencial es que a partir de esa teoría el conocimiento y el hombre mismo no puede asumir dogmas con respecto al conocimiento ni a cualquier otro comportamiento humano. Entender las relaciones entre la teoría de la relatividad cultural y los planteamientos de Einstein es entender gran parte de lo que implican, por ejemplo, los comportamientos personales con respecto a los derechos humanos.
Esta idea del conocimiento como interrelación no es nueva , tiene su origen en grecia en donde la especialización era vista como una mutilación de las posibilidades humanas. El conocimiento desligado produce sujetos que no piensan por si mismos, que no pueden ligar el producto del conocimiento con un sentido político, social y económico.”Para el griego escoger un conocimiento en lugar de otro, unilaterizar la educación en algún sentido, era mutilar la personalidad. De ellos nos viene la vieja triada de la educación intelectual, moral y física.” (Jaramillo Uribe. 1990:47)

En nuestros tiempos es necesaria la especialización pero tambien es necesaria la recomposición , en el sentido de que el estudiante debe entender la relación con el conocimiento específico y el todo en el que está inscrito. Esta última parte es esencial para no olvidar cuál es el proposito del conocimiento con respecto a si mismo y a los demas de su especie y porque evita que el ser humano sea asumido como un instrumento o un objeto o ejecutor y le da un rol de sujeto, interlocutor, creador.


Esa “ recomposición, esa “ligazón” como la llama Morin (1990) es tarea de la visión histórica y filosófica y , en general , de las humanidades. Esta tarea permite al ser humano entender que el conocimieto es devenir y es un producto público para lo social. Si no se logra esta integración la mirada reducida deja a las inteligencias en su exclusiva etapa instrumental.


La inteligencia limitada es una primera consecuencia de la fragmentación del conocimiento, pero existe otra y es aún mas peligrosa: la deshumanización del conocimiento y la pérdida de su rol político y social. Además de el telencefalo altamente desarrollado y el pulgar oponible nada más ditingue al ser humano del chimpancé. Sin embargo estas dos caracteristicas hacen que los hominidos tengan como elemento de supervivencia su intleigencia y los productos de la misma. Vista asi, cualquier producto del desarrollo intelectual es un bien social. El hombre conoce para poder vivir en el mundo, para suplir su incapacidad adaptativa y su debilidad física frente al medio.
El conocimiento, como bien público, tiene entonces connotaciones políticas interesantes. Quienes más lo entendieron fueron los ilustrados que apostaron todo a su fe en que la ciencia , como bien de todos, lograría el bienestar humano. En esto no tuvieron suerte las ideas ilustradas debido precisamente al que el conocimiento se convirtió en un factor monetario que produjo riqueza y que se privatizó hasta tal punto que hoy se habla de la sociedad del conocimiento como si este fuera moneda de cambio.
En cierta medida, reconocer en el conocimiento un bien publico es ponerse del lado de la utopía. Entendida esta como la utopía moderna. El poder soñar que es posible una humanidad que comparta con los menos favorecidos los descubrimientos de la ciencia, que entienda que somos ciudadanos de un mismo planeta y pertenecemos a una misma especie.


Los requerimientos pragmáticos que exigen a la universidad sujetos “performativos” capacitados para la especificidad son atentados en contra de la esencia critica de la institución universitaria.La universidad tiene como objetivo el conocer el mundo y para ello debe internarse en el conocimiento de las ideas pues con él se consigue el camino para la autonomía de las mismas y por tanto de los ciudadanos.


Ahora bien, hasta qué punto la universidad está ligada al proyecto formativo de una sociedad?
Si revisamos el proyecto de formación más exitoso de la historia occidental, es decir, la Paideia podemos ver dos cosas. La primera que este proyecto formativo no es estrictamente escolar. No existe el aparato escolar como tal en la sociedad griega clásica y segundo el proyecto desaparece en el momento en que se liga al poder. y por tanto, tiende a estatizarse.


Un proyecto formativo incluye la sociedad en su conjunto, es para ella para quien se pretende formar a un hombre. Si bien, las etapas de introyección de la cultura ejercen violencia y domeño sobre el sujeto, estos mecanismos carecerían de sentido al no existir un propósito social. Este objetivo da sentido y norte a las acciones educativas de una sociedad y justifica sus signos y sus rituales.

Es por ello que la utopía es un elemento crucial de la formación humana y de una formación para la fratenidad, entendida como la oportunidad de que los seres humanos entiendan su compromiso con la especie y que reconozcan el conocmiento como el facotor que distingue y permite la supervivencia del hombre en el planeta. En los sueños y las aspiraciones de la sociedad estan los caminos, las directrices para la toma de decisiones y para todo proyecto educativo. Sin los sueños la educación univesitaria se convierte en solo instrucción y la instrucción, a su vez se convierte en factor deshumanizante y asocial.



Bibliografìa
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lunes, 3 de octubre de 2011

Instrucciones para sacar la cédula en Ibagué, Colombia: Una experiencia de provincia

Cuando era niña aprendí un insulto que me parecía el peor sobre el planeta. Me lo enseñó Mercuccio de “Romeo y Julieta” cuando grita hérido y a todo pulmón :“mala liendre a tu familia Romeo, mala liendre a tu familia”. Pues hoy quiero gritarle al mísero ladrón que me robó mi billetera ese insulto y más, todos los insultos se quedan cortos cuando hoy descubro las pericias que tendré que vivir para recuperar mi cédula aquí en esta provincia tan alejada del centro, de la gloriosa capital de mi país.



Quiero compartir las instrucciones para que mis vecinos de ciudad sepan a qué atenerse y sobre todo tengan los datos seguros y confiables. Así que aquí van y aunque con sarcasmo juro sobre la obra completa de García Márquez que son ciertas y no he exagerado en nada. En rojo encontraran la información nueva que obtuve cuando fuí a reclamar mi contraseña.Algunas dudas me fueron aclaradas y surgieron otras.



1. Haga el denuncio de la pérdida de documento en una estación de policía. Tengo que confesar que es el trámite mas ágil y sencillo de todos y cuesta 100 pesos, eso sí lleve los 100 pesos sencillos porque este puede ser el único motivo de demora. La estación del barrio Ambalá resulta ser muy eficiente y no está llena como las del centro en donde además se debe hacer fila casi en medio de la calle.



2. Si usted es beneficiario del sisben no necesita hacer la consignación de 32.800 pesos moneda corriente, pero si no lo es pues prepárese: Debe ir al Banco Popular. En la ciudad de Ibagué hay tres Bancos Populares, todos ellos ineficientes, llenos de personas y lentísimos. Sin embargo, aconsejo el del centro en el edificio de la Cámara de Comercio que es el “mas eficiente” de los tres. Busque un comprobante de pago y recaudo rápido (lo de rápido es mentir pero así se llama el comprobante) y allí ponga su nombre completo, número de cédula y los siguientes datos:



Número de la cuenta:

220012110086

Fondo Rotatorio de la Registraduría Nacional

Re expedición de cédula



3. Del siguiente párrafo sólo es verdad lo que está en negrilla.Sin embargo, lo dejo porque esta información es producto de lo que recibí de los informantes orales.Cuando pregunté por qué a esa hora, me dijeron lo que narro aquí y todo resultó mentira Cuando tenga el comprobante de consignación (esto puede ser entre uno o dos días dependiendo de la fila del banco) Vaya a la Registraduría, a las seis de la mañana. Si, como lo lee. Debe ir entre seis y siete de la mañana. No puede ir a las doce, ni a la una, ni a las tres (ojo es jornada continua así que a las tres cierran).Debe ir a las seis de la mañana porque a las siete de la mañana salen los papeles para Bogotá .

3.1. Cuando recibí la información oral lo anterior  era para mi la verdad. Ahora que hice la fila a las seis de la mañana todo ha cambiado. La fila de las seis a las siete de la mañana no es para entregar papeles, es para solicitar una ficha.Sólo reciben 60 solicitudes por día y entregan las "fichas" en turnos de a 10 personas. Las primeras diez personas son citadas para las ocho de la mañana y deben llevar el original del recibo de consignación.Ocasionalmente deben llevar fotocopia del mismo y fotocopia de la denuncia. Digo ocasionalmente porque todos los dias no se entregan "las fichas" de la misma manera.A veces solicitan los papeles, a veces solo el nombre.Depende del ingenio del funcionario de turno. En todo caso, lleve preparadas las copias porque en el lugar son a 100 pesos y nunca tienen cambio, ni de un billete de mil.

3.2. Llegue puntual a la hora que lo hayan citado.Debo reconocer que el tiempo de mi cita fue respetado. Vaya preparado para que le tomen de nuevo la foto porque sacar la cédula por segunda vez es equivalente a sacarla de nuevo en cuanto a toma de huellas, firma y foto.Eso está bien porque así realmente su documento anterior queda anulado por siempre jamás y no pueden usarlo para hacer transacciones ilegales.Respire profundo cuando vea que al funcionario encargado lo visitan y distraen al menos cuatro mujeres entre turno y turno. Una vino a saludarlo, otra a venderle productos de Yambal, otra a preguntarle si se le notaba la dieta que estaba haciendo y otra más a contarle un chisme del trabajo.Nunca entendí cómo podían entrar tantas personas al edificio si la vigilancia es tan estricta en la entrada. La ventanilla es la número 7 . Una vez le hayan tomado las huellas y demás le indicaran que cerca a la salida,a la derecha, le tomaran la huella para su contraseña. Pregunte al señor que toma la huella cúanto se demora la entrega de la cédula. Él le contestará que tres meses y no le dirá qué hacer para saber si ya está su cédula. Yo averigué y sólo debe entrar a la página de la registraduría y consultar allí.


4. No vaya a la registraduría a buscar información escrita pues no va a encontrarla. Hay dos amables “informantes” de chaleco fosforescente (imagino que son trabajadores reinsertados) que a toda prisa y sin vocalizar recitan una retahíla cercana a la información. Ellos le repiten algo de lo que he dicho aquí pero les juro que no van a darles los números de la cuenta, solo dicen el banco. (en el banco están los números de la cuenta, si va a copiarlos de allí tenga cuidado porque hay siete formatos diferentes, lea bien para no equivocarse).La ausencia de información escrita a mi me deja la sensación de ser menor de edad. Este privilegio de la oralidad crea sensación de que algo se olvidó y uno no puede hacer una lista personal de chequeo. Miré en la página de la registraduría para ver si allí estaban las instrucciones y me encontré con una lista que no dice nada, es un portento escritural esta lista que usa 200 palabras para no decir nada.

4.1. Creo que el punto más débil del proceso es la desinformación. Es increible que no haya una hoja escrita con las instrucciones, sobre todo porque se viola nuestro derecho a la información. Cada paso se va entregando como en una película de suspenso.Me sentí como un infante, completamente desprovista de un trato respetuoso de mi condición de adulto.Lo que más me sorprendió fue que las personas no preguntaran "y ahora qué sigue, cúal es el siguiente paso?.Sólo se dejaban llevar. Me entristeció ver cómo la gente de las fotocopiadoras hace su agosto con esta desinformación porque hacen correr rumores para que los solicitantes salgan desesperados a fotocopiar documentos que luego nadie pide. Como todo el proceso es oral el usuario está a merced de lo que diga el rumor.

4.2. Aunque pregunté varias veces nadie me explicó por qué debemos ir a las seis de la mañana. Especulo que es porque el lugar es muy pequeño y si distribuyen a las personas a lo largo de la mañana pueden tener despejado el edificio. tambien para evitar que haya horas en las que las personas deban soportar las inclemencias del tiempo (supongo).Sin embargo, pienso que los señores "informantes" bien podrían trabajar atendiendo un teléfono al estilo de las citas para el pasaporte.Usted llama y ellos le asignan el turno, toman su nombre y le dicen la hora a la que puede llegar. Asi no se pierde "lo oral" que parece ser una costumbre muy preciada en la Registraduría.

4.3.Debe existir un modo más sencillo de hacer las cosas. El pobre usuario sacrifica dos medios días de trabajo. Uno para pagar en el banco más ineficiente del país y otro para hacer fila ,solicitar la ficha y regresar a hacer el tramite. Esto resulta muy costoso para todos.


5. Si ha perdido la cédula en estos días (antes de elecciones) aproveche porque después de elecciones la copia se demora de tres a cuatro meses. Algo me dijo el informante sobre las personas mayores de sesenta años pero no entendí, debe ser algún privilegio sobre pagar o hacer filas.





6. Si después de hacer la fila quiere tomar algo para pasar el trago amargo o quiere decansar en un parquecito vecino que hay al píe de la registraduría ¡no lo haga!. Salga corriendo, tome taxi, agarre bien su bolso o cartera o donde sea que haya guardado la “contraseña”. El sector es muy peligroso y a una amiga mía le robaron la contraseña saliendo de la registraduría .Ella, aún con el susto de haber visto el puñal en su cara, regresó a la ventanilla para solicitar que le ayudaran con la contraseña y contó lo sucedido. “de malas” le contestaron, espere que le salga la cédula porque aquí no podemos hacer nada.

7. Repita conmigo y a todo pulmón: Mala liendre a tu familia ladrón , espero que te roben la cédula, que tengas que hacer una fila en el Banco Popular, que te toque madrugar a las cinco de la mañana para hacer un procedimiento que podría hacerse a cualquier hora del día. Ladrón que tu vida sea llena de burocracia, que no encuentres instrucciones escritas , que te toque escuchar al informante balbucear algo parecido a unas instrucciones y que te diga que debes hacer la fila “en la ventanilla del primer escalón” y que tu busques y no entiendas dónde queda eso.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Instantáneas





Hace dos semanas conocí el rostro de Amanda. Pude ver sus ojitos cerrados y su gesto de buda. Sólo tiene 4 meses de gestación y la tecnología ya me ha permitido verla, ver sus manitas cerca de la cara y hacerme una idea de cómo va ser cuando salga al mundo. El padre y la madre de Amanda están felices de conocerla, han publicado su foto en FACE Book, la cargan en la billetera y la pondrán en el álbum que le están construyendo.





Cuando yo nací mi padre me tomó muchas fotos, tantas que hay un álbum lleno de sólo un día, fotos pequeñas en blanco y negro que me muestran con el gato, con mi madre, con mi abuelo, con el perro, con una llanta de tractor.



Una amiga me cuenta que carga las fotos de su sobrino en la billetera porque está comprobado con investigaciones que cuando una billetera se pierde y lleva fotos de niños es mas susceptible de ser regresada.



Mi foto favorita es una en la que tengo tres meses. Se puede ver sólo mi rostro de bebé. No se distingue bien si soy niño o niña y soy un bebé mesticito, morenito, casi indígena. Hace poco me vi, o mejor, me reconocí, en un bebé que ví en un buseta. Supe que ella (o él) se iba parecer a mí y me enternecí.Quise saber si volvería a verlo, a reconocerlo.



La foto más antigua de mi familia paterna se dañó justo por la orilla donde está mi padre aún bebé. Mi hermana tardó muchos meses en reconstruir para nosotros a ese niño que mi abuelo carga en las piernas. Mi padre nos cuenta que la llegada de los fotógrafos al campo era un acontecimiento. En esta foto veo un mantel de cuadros como fondo y a una abuela jovén y elegante. Un familia que ya se ha disuelto como la tinta que se ha ido desgastando.



Una estudiante de mi taller me cuenta que sólo tiene una foto de su hermanito. Él tenía tres años cuando murió y ella sólo conserva un cuadrito de papel con el niño muy elegante, sentado y con los ojitos cerrados. La mamá de mi estudiante hizo que le tomaran esta foto al niño después de muerto. Lo vistió, lo peinó y lo sentó en su regazo para poder tener una ultima imagen de él.

Luis Santiago Lozano tenía 11 meses y era precioso.Su mamá tenía muchas fotos de él. Era el bebé de la portada, blanco,rosado,de ojos azules.Cuando desapareció, los noticieros prsentaron una a una las imágenes del angelito,en la tina, con la abuela, en el coche, en la cunita. Los que vimos a bebé nos conmovimos porque esa ternura y esa belleza no debían ser maltratadas. ¿Qué clase de bestia sería capaz de matar un niño tan hermoso?. Recientemente el caso de una niña de 11 años en Argentina puso a los medios en debate. La niña estaba secuestrada y los noticieros pasaban hasta el cansancio videos y fotos de la niña, su foto de perfíl de Face Book dió la vuelta al mundo. La niña resultó muerta tirada en un basurero. La sobre exposición de su rostro pudo contribuir a presionar a sus asesinos.







Yenny y Yimmy sólo tienen dos fotos, la del carnet del colegio y otra que su papá les mandó tomar en una feria. Jeferson no tiene ninguna foto porque estaba muy pequeño y en ese tiempo no pasó ningún fotógrafo. Tomarle una foto a Jeferson, vistiéndolo y peinándolo tal vez hubiera sido una idea de una madre, pero esos tres niños no tenían la madre cerca. El padre debía ir a trabajar y los niños se quedaban en casa cocinando y tal vez jugando un poco. Estos tres hermanitos estaban cuidados por un ejército nacional que hizo poco cuando uno de sus miembros y quién sabe si más de uno, violó a Jenny y mató a sus hermanos y los enterró a la orilla de un río, mal enterrados. A prisa, como a perros.



Hoy no tenemos carteles con las caras de estos tres niños y no podemos imaginarnos cómo eran. No ha habido juicio y la juez que llevaba el proceso está muerta mientras todo se pospone a causa de las leguleyadas que dilatan el proceso, diluyen la memoria y la rabia y nos regresan a la peste maldita del olvido.



¿Cúantos niños campesinos existen para nosotros?, ¿Qué imagen tenemos de ellos? ¿Existe para nosotros alguien que no podemos ver en una imagen?

miércoles, 31 de agosto de 2011

Carta muy subjetiva contra la desesperanza





A veces siento que mis estudiantes me miran como se miraría a Campanita, como un ser irreal que vive en el mundo de la fantasía. Tal vez, como dice un amigo argentino, “vivo en un huevo Kinder”. Ellos, mis estudiantes, saben cosas que yo ignoro, saben, por ejemplo, que ya nada se puede hacer, que no hay opción, que en este país todo está decidido por los medios de comunicación. Por eso, cuando yo les hablo de democracia, de ciudadanía y de justicia ellos me miran compadeciendo mi ingenuidad.

Algunos estudiantes piensan que no ir a clase es ganancia, que si logran engañar al profesor los inteligentes son ellos, que el profesor es un pobre sujeto que no sabe de este mundo, del mundo real que no habita en la teoría.

Hace unas semanas, escuché a un estudiante cuando decía que la contaminación con metales pesados en los ríos cercanos a las minas de explotación de oro a cielo abierto era un invento de los “izquierdistas” que no querían dejar progresar la región. No me molestaría tanto si este joven no estuviera estudiando una carrera que directamente tiene que ver con el tema ambiental.

En la misma clase otro joven aseguró que el desastre de Chernobil habí afectado sólo a unos pocos humanos pero que el impacto en plantas y animales había sido nulo , con ello justificaba el uso de la energía nuclear como fuente limpia y poco contaminante.
Hace unos días otro muchacho me dijo que en Colombia no es posible hacer un cambio en lo político, “ya todo está decidido” me dijo.

Hace seis meses unos estudiantes inventaron un correo parecido al de una compañera profesora (de una universidad pública) y cambiaron las fechas de un parcial, hace unos días, otros estudiantes se pusieron de acuerdo para aprovechar los paros en Transmilenio para no ir a clase, la razón: Debían entregar un trabajo y no querían hacerlo.

Casi todos los días el asunto de enseñar se está convirtiendo en el trabajo de descubrir mentiras. Se plagia, se corta y pega, se inventan historias para no cumplir con los compromisos, se abre el computador para fingir que se toman notas cuando en realidad está abierto el Face Book. Fingir es la consigna .Una triste consigna de una generación que asume que aprender es incómodo, innecesario, secundario.


En esta profesión es tan fácil caer en la desesperanza. Decidir que es mejor renunciar a formar conciencias críticas, que las cosas son menos incómodas si sólo enseñamos a jóvenes adaptados. Sin embargo, sé que muchos profesores nos negamos a caer en esta trampa. La desesperanza anula la acción, nos deja derrotados aún antes de comenzar el enfrentamiento.
Comienzo este semestre de nuevo creyendo que los jóvenes pueden lograrlo, que vencerán todos esos cantos de sirenas que los invitan a no decir, no opinar, no pensar por si mismos, a ser “hombres de su tiempo” en el sentido de que se amoldan a la triquiñuela, al camino torcido, a lo falso antes que a la posibilidad de la ética, del esfuerzo de probar hasta dónde se puede llegar con lo aprendido.
En tiempos pasados se acusaba a los jóvenes de rebeldes, de incómodos. Ahora yo acuso a los jóvenes de lo contrario, al menos los jóvenes de mi país son más conservadores, tradicionales y adaptados. Son viejecitos con piel de bebé que no quieren cambiar el mundo ni cambiarse ellos. Es por eso que mi trabajo tiene sentido. Porque las cosas no son fáciles, porque mi generación sabe que los cambios duran siglos, pero son posibles o al menos conforman la utopía, que es la que nos permite dar dirección a nuestra vida. Así que mi mundo de fantasía, por este semestre, resistirá un poco más, sólo porque, a veces, he visto que es posible enseñar para el pensamiento crítico y porque estoy convencida de que mis clases entregan herramientas para transformar el mundo.

En este momento, opto por la esperanza.

jueves, 28 de julio de 2011

Yo no nací lectora, a mí, me hicieron lectora

Yo no nací lectora, a mi me hicieron lectora




Cuando yo era adolescente leía revistas para jovencitas, me encantaban. Allí encontraba artículos sobre mis cantantes favoritos, sobre maquillaje, moda y uno que otro cuento de Corin Tellado que ahora lamento haber leído. De vez en cuando estas revistas traían historias de viajes y fotos de ciudades y lugares que me fascinaban. Claro que estas revistas estaban en la misma cesta con las de la Nacional Geographic, Condorito, el Pato Donald y con las de Mecánica Popular y el Magazín de El Espectador. En mi casa había una canasta de revistas que tenía todos los intereses de la familia y todos leíamos sin discriminación, también había una biblioteca donde se guardaban los libros serios y costosos


Un día, se me ocurrió la idea de llevar a mi colegio una revista en la que aparecía mi ídolo del momento. Mis amigas la circularon silenciosamente en la clase de religión. Pasó lo que era previsible; la profesora, la hermana Matilde,* descubrió la revista y la confiscó. Durante todo mi bachillerato había visto a las profesoras confiscar revistas y hacer anotaciones en el controlador de clase: En esos tiempos, llevar revistas a clase equivalía a tener un Black Berry en el salón. Llevar cosas que no estuvieran programadas en clase estaba prohibido y por tanto resultaba divertido hacerlo.

Unas semanas después descubrí algo que me asombró. Una profesora necesitó enviar un mensaje a otra que estaba, en ese momento, en el cuarto de costura y bordado y me envió a mí. Yo estudiaba en un colegio de monjas y había una división entre el espacio de las estudiantes y el de las novicias. Esta vez yo debía ir al espacio del noviciado y llevar la nota. Al entrar al salón de costura ví, en una canasta, al menos veinte revistas y entre ellas la mía. En el círculo de bordadoras había una novicia leyendo, para todas, un artículo de una de las revistas. Entregué el mensaje y salí de allí transformada pues descubrí que las religiosas también leían cosas superfluas, que no todo era leer la Biblia. Cuando le conté a mi madre ella me dijo “pero claro si ellas también son humanas, también tienen derecho a divertirse”. “Si, pero a nosotras no nos dejan divertirnos” -rezongué yo- “Bueno es que si no prohíben las revistas entonces les toca comprarlas a ellas” dijo sabiamente mi madre y era cierto.

No sólo era cierto por lo perverso de prohibir para poder incautar, sino por el asunto de que leer era una diversión. Al menos así era en mi mundo. Semanalmente mis padres compraban el periódico dominical y su llegada era una alegría porque cada uno tomaba una sección y leía empijamado hasta la hora del desayuno. Cada ocho días mi padre nos compraba también los comics favoritos de cada uno y mensualmente recibíamos revistas que se intercalaban, un mes de mecánica, otro de la Nathional Geografic o del Readers Digest. Mi padre no tenía mucho dinero pero sí un presupuesto para que todos nos divirtiéramos leyendo.

Cuando las lecturas se acababan yo podía alquilar, en la tienda de la esquina y por un peso, comics de una gran variedad. Yo ahorraba de mi mesada para poder leer todos esos pequeños folletitos colgados de una cuerda y muchas veces los intercambié por los míos sin que mis padres se dieran cuenta.

En algún momento de mi niñez Colcultura sacó una colección de libros a tres pesos, era un cifra muy económica y el material con que estaban hechos era muy barato, sin embargo, allí venían los clásicos de narrativa y poesía y ,en ocasiones, antologías de cuentos por países. En mi familia comenzamos a coleccionar y a leer estos libritos  que cabían en cualquier bolsillo o cartera. Recuerdo a mi padre leyendo en la fila del banco mientras esperábamos nuestro turno para consignar.

En todas partes vendían libros. No recuerdo haber entrado a una librería en mi niñez. Pero en la papelería y en las tiendas de regalos había libros. También en los almacenes de cadena y en los quioscos de revistas. Mi padre tenía la costumbre de regalarnos libros para celebrar nuestro cumpleaños o el comienzo de las vacaciones.

En la televisión los personajes leían, incluso había un personaje que era un viejo libro sabio y otro que se llamaba “el libro gordo de Petete” que nos dejaba siempre con la idea de que en los libros estaba todo lo que quisiéramos saber. Había concursos para niños lectores y series basadas en libros clásicos.

Si pienso ahora en ese tiempo es inevitable concluir que fue mi entorno el que me hizo lectora. Mi familia y la sociedad del momento pensaban que leer era divertido y me enseñaron a gozar con la lectura y a leer en mi tiempo libre.

Ahora, en este 2011 el asunto en mi país ha cambiado. Tenemos graves problemas porque los niños y los jóvenes no leen en la escuela ni fuera de ella. Yo creo que no es su responsabilidad porque nuestra sociedad olvidó ser lectora. Ya no hay libros de colecciones populares apoyados por las oficinas de cultura, excepto por el programa de “Libros al viento” lanzado por Bogotá hace 5 años , o,  por la macondianas iniciativas particulares del Biblio Burro o del hombre que en la costa lleva una carreta cargada de libros para prestarla en parques y plazoletas y que son solo bellas quijotadas de individuos que aman la lectura y no aceptan que el estado no apoye la formación de nuevos lectores.

Los libros en mi país son muy costosos, con un salario mínimo (535.600 pesos) es imposible comprar un libro (cuyo precio oscila entre 40.000 a 50.000 mil pesos). Además, las bibliotecas son escasas y tienen horarios cruzados con los de las actividades laborales y estudiantiles. No hay bibliotecas abiertas  todo el día o después de las seis de tarde. Los escritores nacionales no son apoyados para que haya posibilidad de que sus obras se consigan a precios menores. Las bibliotecas de los colegios públicos son paupérrimas y, a veces, los libros permanecen en cajas, pues al no ser bienes deleznables, los bibliotecarios prefieren no prestarlos para no responder ellos por el material que se pierde.

Me alegra decir que esto que pasa en mi país no pasa en otros en los que aún hay libros económicos, las casetas están llenas de ofertas y el mercado del libro de segunda es próspero y asegura lectores. (En Buenos Aires un libro de Borges puede costar, nuevo, el equivalente a 10.000 pesos colombianos y de segunda 5.000 pesos) Apenas hace un mes, en el subterráneo de Buenos Aires, se regalaron miles de libros de Ernesto Sábato.

Algún día espero que la lectura y la animación a la lectura sean planes de la sociedad colombiana. Mientras tanto, cualquier iniciativa será sólo una gota de agua en la arena. Se trata de recuperar a una sociedad que se divierta leyendo y que haga de la lectura un plan personal para el tiempo libre, así cuando los niños lleguen a la escuela y las maestras les asignen lecturas, leer historia o ciencia será más fácil porque el gusto, que es la esencia del éxito de las actividades, estará  predispuesto.

Ahora que termino esta reflexión me queda la imagen de las pobres novicias contemporáneas, solas, bordando y leyendo revistas de hace veinte años porque ya las niñas no llevan nada para leer a escondidas en el colegio.

*Nombre cambiado para protegerme de un tirón de orejas de la verdadera “hermana Matilde” a quien, aún después de treinta años, temo hasta el dolor de estómago.






























miércoles, 6 de julio de 2011

La Poesibilidad: Una reflexión a partir del poema Los Estatutos Del Hombre de Thiago de Mello.




Vivo en medio de la decepción, el miedo y la desesperanza. Mis amigos, mis estudiantes, la gente que me rodea está triste, preocupada, angustiada, aplastada por la cotidianidad que obliga. No son tiempos buenos. Sin embargo, mi poema favorito tiene más de un siglo y dice:

“En este mundo

Por encima del infierno

Viendo las flores.”



Es un Haikú de Kobayashi Issa y siempre viene a mi cabeza cuando suspiro o cuando me siento abrumada, también, a veces, cuando estoy muy feliz.



Algo bueno de la poesía es que es memorable. Esto implica que se fija en nuestra mente y surge en momentos en los que necesitamos esa función de la palabra que va más allá de la razón, esa posibilidad de crear mundos, de abrir puertas, paraísos, infiernos, socavar piedras, abofetear tiranos, multiplicar, embriagar, unir o destruir.



Vamos a llamar a esa función la “poesibilidad”, Se que los que leen poesía saben a qué me refiero. Es ese momento en que al leer sabemos que esas palabras, en ese orden, con ese ritmo e intensidad, crean un mundo. Una burbuja que durará lo que dure el poema, o tal vez un poco más, pero que con seguridad existe, es real, podemos sentirlo.



Mediante la “poesibilidad” muchos hemos podido superar el dolor de una pérdida, de un desamor, porque cuando el poeta dice “quedaré solo como los veleros en los puertos, pero te poseeré más que ninguno, porque podré partir…” nosotros, los que estamos heridos de ausencia, sanamos, vemos lo que podrá ser, vamos al futuro y lo sentimos.



Los poetas crean posibilidades, como ya lo dijo Rimbaud: anuncian y denuncian, por eso la poesía está ahí con fuerza en los momentos de oscuridad. Por eso los hombres lanzan poemas desde los aviones o inundan las paredes con versos, por eso, después de la tortura, muchos poetas y escritores deciden continuar escribiendo y lo hacen sin violencia. Pienso en Mempo Giardinelli, en Juan Gelman, o en Amadeu Thiago de Mello, pero hay tantos poetas que han sido torturados o exiliados que ellos son sólo tres nombres.



La obra de estos escritores está llena de erotismo, de posibilidad, de humor y paradoja, por qué no, a veces de risa y ternura, tal vez de banalidad, de cotidianidad y sencillez. Frente a la desesperanza del mundo ellos construyen poemas. Lo hacen para negar la fealdad de lo inmediato y en esa arquitectura lingüística el poema funciona como una gran casa, como un espacio paralelo que hace ver o sentir lo que buscamos, lo que necesitamos.



No voy a teorizar más sobre esto. Quiero dejarles con este poema de Thiago de Mello y los invito a leerlo. Abajo pongo el link de You Tube para que puedan escucharlo en la voz de su autor. Sólo digo que lo hermoso de este poema radica en que cuando comienza va creando la posibilidad, va permitiéndonos ver ese otro mundo en el que es válido que un solo hombre decrete y al decretar transforme,  por segundos, la realidad que le rodea. Es un poema contagioso que se queda todo el día rondando la cabeza y que, si jugamos bien el juego, nos lleva a continuar decretando. En eso consiste la "poesiblidad": en recordar que las palabras son también acciones y que, en este caso, decretar es liberarse.



Poema Los Estatutos Del Hombre de Thiago de Mello







Traducción de Pablo Neruda



Artículo 1.

Queda decretado que ahora vale la vida,

que ahora vale la verdad,

y que de manos dadas

trabajaremos todos por la vida verdadera.



Artículo 2.

Queda decretado que todos los días de la semana,

inclusive los martes más grises,

tienen derecho a convertirse en mañanas de domingo.



Artículo 3.

Queda decretado que, a partir de este instante,

habrá girasoles en todas las ventanas,

que los girasoles tendrán derecho

a abrirse dentro de la sombra;

y que las ventanas deben permanecer el día entero

abiertas para el verde donde crece la esperanza.



Artículo 4.

Queda decretado que el hombre

no precisará nunca más

dudar del hombre.

Que el hombre confiará en el hombre

como la palmera confía en el viento,

como el viento confía en el aire,

como el aire confía en el campo azul del cielo.



Parágrafo único:

El hombre confiará en el hombre

como un niño confía en otro niño.



Artículo 5.

Queda decretado que los hombres

están libres del yugo de la mentira.

Nunca más será preciso usar

la coraza del silencio

ni la armadura de las palabras.

El hombre se sentará a la mesa

con la mirada limpia,

porque la verdad pasará a ser servida

antes del postre.



Artículo 6.

Queda establecida, durante diez siglos,

la práctica soñada por el profeta Isaías,

y el lobo y el cordero pastarán juntos

y la comida de ambos tendrá el mismo gusto a aurora.



Artículo 7.

Por decreto irrevocable

queda establecido

el reinado permanente

de la justicia y de la claridad.

Y la alegría será una bandera generosa

para siempre enarbolada

en el alma del pueblo.



Artículo 8.

Queda decretado que el mayor dolor

siempre fue y será siempre

no poder dar amor a quien se ama,

sabiendo que es el agua

quien da a la planta el milagro de la flor.



Artículo 9.

Queda permitido que el pan de cada día

tenga en el hombre la señal de su sudor.

Pero que sobre todo tenga siempre

el caliente sabor de la ternura.



Artículo 10.

Queda permitido a cualquier persona,

a cualquier hora de la vida,

el uso del traje blanco.



Artículo 11.

Queda decretado, por definición,

que el hombre es un animal que ama,

y que por eso es bello,

mucho más bello que la estrella de la mañana.



Artículo 12.

Decrétese que nada estará obligado ni prohibido.

Todo será permitido.

inclusive jugar con los rinocerontes

y caminar por las tardes con una

inmensa begonia en la solapa.

Parágrafo único:

Sólo una cosa queda prohibida:

amar sin amor.



Articulo XIII

Queda decretado que el dinero

no podrá nunca más comprar

el sol de las mañanas que vendrán.

Expulso del gran baúl del miedo,

el dinero se transformará en una espada fraternal

para defender el derecho de cantar

en la fiesta del día que llega.



Artículo Final

Queda prohibido el uso de la palabra libertad,

la cual será suprimida de los diccionarios

y del pantano engañador de las bocas.

A partir de este instante la libertad será algo

vivo y transparente como un fuego o un río

o como la semilla del trigo

y su habitat será siempre el corazón del hombre.

Este es el link del video.
http://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&v=9JZPdzi8NLM

sábado, 11 de junio de 2011

Pobre, muy pobre, paupérrimo.






Cada vez somos más pobres. Es una frase que encontramos a menudo en los diarios y allí está relacionada exclusivamente con el asunto de que cada día las personas tenemos menos dinero y la brecha entre ricos y pobres, desde la perspectiva del ingreso monetario, es mayor. Sin embargo, la pobreza, asumida no como falta de dinero sino de condiciones básicas para el bienestar acecha a todos los habitantes del planeta. Sobre todo, porque no hay una sola pobreza sino múltiples expresiones de ella y lo peor; esas pobrezas crecen porque no somos conscientes de ellas.



Hace unos años visité una de las escuelas más pobres del mundo. Había pupitres ,salones, baterías de baños y algunos planes de ampliación de la sede. Había nómina completa de profesores y, aunque estaba situada en una zona deprimida de la ciudad, los niños podían asistir regularmente a clase. Sin embargo, tres acontecimientos que viví allí me hicieron pensar en las condiciones de pobreza extrema de aquella escuela.


La primera sucedió en el descanso de los niños. En aquella escuela estaba presente el programa de “un vaso de leche diaria”. Para muchos de aquellos niños esa era su única comida del día. Los jovencitos hacían fila y recibían la bebida en un vaso mediano y Luego se sentaban en el patio a beber en pequeños sorbos. La imagen me conmovió, sobre todo la de un niño muy pequeño y muy serio. “es buen estudiante - me dijo la profesora que me acompañaba.- está en primero y ya sabe leer Pero es tan pobre que no creo que siga en la escuela. Yo creo que va a terminar cargando bultos en la plaza de mercado. Por eso yo aquí lo consiento mucho, no le exijo porque pobre muchacho”.


Mi atención se concentró ahora en la profesora. Suspiré, cosa que hago cuando debo pensar antes de actuar, y me quedé en silencio porque supe que, en ese momento, ninguna palabra amable saldría de mi boca. En mi visión de mundo la educación es una oportunidad y un factor crucial en la salida de la pobreza extrema. Podría citar millones de casos en los que un niño pobre mejora sus condiciones de vida a través de poder desarrollar su inteligencia en la escuela, aún sin terminar su proceso educativo. Saber leer, saber escribir, sumar, imaginar, proyectar, son habilidades que permiten, si hay la suficiente constancia y esfuerzo, educarse a sí mismo. Para aquel niño el tiempo de permanencia y la calidad de la enseñanza recibida constituiría la diferencia, una diferencia vital. La profesora no podía disminuir la calidad de su enseñanza debido a que esa era quizá la única oportunidad de aquel niño para adquirir destrezas y habilidades que luego le ayudarían a estudiar y leer de modo independiente. Si la profesora no le exigía al niño, si no lo educaba con calidad lo estaba haciendo más pobre aún.


En mi cabeza hay tantas historias de niños autodidáctas que con su propio esfuerzo y una migaja de atención por parte de sus profesores lograron hacer de sus vidas un proyecto mejor del que su condición determinaba. La historia de Marco Fidel Suárez el humilde hijo de lavandera que asistía a clases por las ventanas de los salones de una escuela y llegó a ser presidente de su país. La historia de Joaquin María Machado de Assis , el padre de las letras brasileras que iba a la escuela a vender dulces y en sus descansos hablaba con los profesores. O, de pronto, la del mismo Simón Rodríguez que siendo un hijo expósito, educado en hospicios, llegó a ser el pensador mas importante de nuestro continente y el inspirador de la causa independentista. Esas historias me hacen creer que el camino no es pensar en la pobreza de nuestros estudiantes sino en la riqueza que representa para ellos una educación de calidad.



En aquel lugar “la escuela mas pobre del mundo” había un ánimo desesperanzado. Los maestros no creían en el poder de su labor. Cuando miraban a su alrededor veían lo que no tenían y por ello sentían que todo a su alrededor era carencia. Cuando alguien los visitaba los maestros comenzaban una larga lista de petición de materiales escolares “Nos faltan cuadernos, nos falta material didáctico , no tenemos títeres,” me dijo la profesora de segundo. Yo le dije que podía enseñarle a hacer títeres hermosos y baratos – no tenemos tela ni materiales- me contestó la profe un poco molesta. Le dije que no necesitaríamos tela, pues yo manejaba la técnica del Origami y este se puede hacer con hojas de papel reciclado. Me entusiasmé con la idea de regalarles un curso para todos los profesores, en el horario que ellos quisieran. Creía yo que así tendían títeres siempre que los necesitaran y ,de paso, enseñarían a los niños a ser creativos.


Establecer un horario fue difícil, pero como yo estaba entusiasmada decidí ir a los salones y enseñar a niños y profesores al tiempo. Creía yo, que viendo el entusiasmo de los niños los profesores se animarían. Lo que pasó, en un ochenta por ciento de mis clases fue que los niños se entusiasmaron pero los profesores se fueron del salón y me dejaron sola con los estudiantes. En mi visita vieron la oportunidad de no dar clase y descansar por un momento de su trabajo. En el descanso jugamos con los niños a hacer concurso de aviones de papel y descubrí que algunos sabían figuritas que yo no sabía. Tuve la precaución de enseñar diferentes figuras en cada curso, así, en esa semana, los niños pudieron intercambiar saberes con sus compañeritos de escuela. Mientras plegábamos el papel cantábamos canciones. Claro las canciones eran las que yo sabía.


En uno de esos descansos se me acercó una niñita muy linda .Tal vez de primero o de preescolar. Era de una delicadeza que me impactó. Me tocó el hombro y me dijo al oído “Cántame la canción de la estrellita” . La miré y cumplí su orden sin tener miedo de mi voz ni de la vergüenza de cantar en público. La canción era esa que dice “estrellita donde estas me pregunto que serás, un diamante debes ser di si tu me puedes ver…” una canción que los profesores de mi infancia utilizaban para enseñarnos las escalas musicales. Mientras yo cantaba, la niñita se recostó en mi hombro y luego se sentó a mi lado.

Cuando terminamos el descanso una profesora me dijo: “Doctora usted que se unta que Clarita le habló”. Yo no sabía quién era Clarita. “La niña que estuvo sentada con usted en el recreo”. Le conté lo de la canción. “Es que esa niña no habla con nadie, desde que llegó a la escuela sólo la veo hablar con la mamá y ahora con usted”. No pude evitar aconsejarle a la profesora que cantara mas canciones con Clarita pues era evidente que a la niña le encantaban. “Ay doctora usted es muy soñadora, eso es por la novedad de su visita, mañana ya esa niña no vuelve a hablar con nadie”, me dijo la profesora mientras cerraba la puerta de su salón y, por ese día, mis esperanzas.

Unos meses despues visité una escuela muy rica. Allí no había pupitres ni salones porque se los había llevado el río, pero los profesores, tan humildes como sus estudiantes, se tomaban en serio aquello de que "hay que enseñar bien asi sea poquito".A esa escuela voy de vez en cuando, cada vez está mejor y siempre hacemos  concursos de aviones de papel.

lunes, 16 de mayo de 2011

Ayer olvidé el día del maestro



Jugábamos con las cajas de cartón que dejaba el almacén de mis padres. Las alineábamos y nos sentábamos cada uno con su “pupitre” a escuchar a la “profesora”. Por lo general era una “profesora gritona” y armada de una regla que usaba para castigarnos por no hacer las tareas. Nos divertíamos molestando, hablando, riendo y haciendo todo lo que en el salón de verdad, en el pupitre de verdad, no podíamos hacer.




Éramos diez niños de tres familias diferentes y cuando llegábamos del colegio almorzábamos rápido para poder jugar al fútbol, a las escondidas, estatua, yermis o el juego del momento. Cuando llovía veíamos televisión juntos



A veces sólo hablábamos. Tirados en el solar de la casa en medio de las matas de maíz contábamos nuestros días, nuestros sueños, nuestras nuevas mentiras ,nuestros triunfos, nuestros futbolistas favoritos o el último capítulo de Centella.



Yo no decía  qué quería ser cuando grande. En secreto a mi me gustaba el juego de las cajas; ser maestra, enseñar. Cuando me tocaba ser “la profe” yo sacaba la enciclopedia “El nuevo tesoro de la juventud” y la repartía entre mis amigos. Eran 20 tomos que después me tocaba organizar en la biblioteca. Leíamos cuentos. Mirábamos las fotografías y los dibujos y nos olvidábamos del juego de la profesora y los estudiantes. Me gustaba escuchar cuando alguien emocionado decía “yo no sabía que” y a continuación nos leía el dato que había encontrado. Todavía hoy siento alegría cuando un estudiante me dice lo mismo: ”Profe: Yo no sabía que” y escucho con atención porque tal vez yo tampoco sepa que…

Ayer olvidé el día del maestro.Tengo la excusa de dos semanas tensionantes vital y profesionalmente. Sin embargo, en la madrugada recordé mi juego favorito,mis amigos de la infancia,mis hermanos y la alegría de aprender juntos.Creo que lo que hice con mi vida fue prolongar esa felicidad al escoger ser profesora.Esta vez sólo quiero decir esto tan sencillo: enseñar me hace feliz.
Feliz día para los maestros.

lunes, 2 de mayo de 2011

Instrucciones para caer en la desesperanza







A esta mujer de 78 años la han desvestido y ahora la han internado en una habitación. Allí, debajo de una sábana asiste a la parafernalia de cables y agujas que entran y salen de su cuerpo. Las personas  que la rodean no le hablan, no la miran, sólo le dan instrucciones “levante el brazo, corra la cadera, cierre la mano”. La mujer está avergonzada. La desnudez no es su costumbre. Está sola , asustada y enferma y no sabe nada del mundo exterior. Su familia, su esposo están allá afuera, en mitad de la madrugada esperando saber algo y ella no sabe nada. Se arma de valor pregunta y la enfermera le dice “no sabemos hay que esperar a los resultados de los exámenes”



La familia (un esposo y tres hijos) estan en los pasillos blancos de una construcción aséptica. Nadie les da información: No saben. En las paredes no hay avisos, guías, instructivos. ¿Horario de visitas? : No sabemos. ¿Procedimientos para conocer el estado del paciente? No sabemos. ¿Teléfono de la clínica? No sabemos. (No existe ni siquiera en el directorio donde se puede leer la dirección pero no hay teléfonos). Es el siglo XXI pero no parece.



En el tratamiento de pacientes graves hay un protocolo a seguir. Es indispensable que estén desnudos porque desvestirlos demora los procesos de atención en caso de una emergencia. Deben recibir pocas visitas pues la exposición a emociones fuertes es un gran riesgo. Las visitas no pueden llevar aparatos electrónicos, metálicos o que funcionen con pilas pues su cercanía con los aparatos médicos puede alterar las lecturas de los mismos.No se cobija en extremo al paciente porque el frío es importante para controlar casos de tensión arterial, Las visitas deben lavarse las manos antes y después de salir de los pabellones de urgencias para relativizar el traslado de bacterias y virus. Estas son las razones para las restricciones pero no hay una sola palabra escrita,o un protocolo médico que informe a los familiares y a los pacientes acerca de los motivos por los cuales son tratados así.



La mujer de 78 años ha pasado cinco días desnuda, cinco días a merced de “lo que quieran hacer con ella” no sabe por qué su cuerpo se está llenando de moretones (la razón es que le han aplicado una droga anticoagulante) Está asustada, aún no hay un diagnóstico, los aparatos que pueden hacer los exámenes especializados son escasos en la ciudad y hay que esperar el turno y continuar en la incertidumbre. Los médicos no hablan con ella. Hablan frente a ella con uno de sus hijos y le cuentan a él un parte médico impersonal, técnico, pero hablan frente a ella como si fuera un automóvil descompuesto, no como si fuera una persona de 78 años, dueña de sí, fuerte, decidida, formada. El médico ve a una anciana desvalida (claro la está viendo desnuda, callada, débil).



Por fortuna la mujer no ha leído a Kafka. Si algún día se encuentra con “el castillo” se sentirá identificada con el personaje principal. Su hija mayor ha leído a Kafka y ahora entiende la pasividad frente al absurdo. Su hija, en las noches de insomnio se ha preguntado si será que sólo en Colombia los pacientes de clínicas y hospitales son tratados como ovejas, si sólo en este país la dignidad de las personas desaparece cuando se enferman y nadie les entrega información. Si el dinero que se ha desviado (léase robado) y el dinero invertido en armas (léase robado) no bastaría para que cada clínica y hospital tuviera aparatos para poder hacer estos exámenes.



La mujer, más sóla, más desnuda, mas fría y más triste se está enfermando cada día. Su tensión arterial sube porque su frustración es mayor, los exámenes no se han realizado, los aparatos están escasos, no hay turno, los moretones se extienden, la frustración crece; la angustia y la indignidad aparecen. En estos días ella ha visto cómo sus compañeros de sala lloran, protestan salen desnudos al pasillo ( a las tres de la mañana la paciente de la habitación 18 ha salido desnuda gritando “así es que me quieren ver vengan desgraciados a verme desnuda ya que no quieren darme una bata” Las enfermera la han controlado pero nadie le ha explicado por qué “la tienen“ desnuda) . Ella ha llegado a la conclusión de que no es nada, nadie la mira, nadie le habla, sobre todo, nadie le informa lo que hacen o no hacen con su cuerpo, ni siquiera su cuerpo es ahora suyo. La levantan las cinco de la mañana la bañan, le dan de comer a las seis, la limpian .La mujer que invirtió toda su vida en la autonomía, en la libertad, ahora ha caído en un campo de silencio e indiferencia, es un cuerpo enfermo, pero no una persona.

En uno de los pasillos de espera la hija mayor se encuentra con una excompañera de colegio que ahora es médico. Dos minutos despues del saludo vienen las preguntas y las respuestas ¿Por qué no escriben los horarios de las visitas? Porque la gente no lee, ¿Por qué no le dicen a los pacientes el motivo de la desnudez y de los protocolos? Porque la gente no escucha, ¿Por qué no hay un teléfono para llamar a la clínica? Porque no hay dinero para pagar la operadora y porque la gente llamaría pero no vendría a visitar a los pacientes, ¿Por qué no hablan los médicos con los enfermos? porque no nos han enseñado a hacerlo, no sabemos cómo.

De nuevo el camino hacia la desespenza está empedrado de una alfabetización incipiente.La hija suspira.Ha comenzado a tener un leve dolor en el costado.

lunes, 18 de abril de 2011

Reflexiones sobre una escupida . Daniel Prieto Castillo

Uno de los maestros más importantes de mi vida como maestra-comunicadora es, sin duda, Daniel Prieto Castillo. Mi amiga Clara Cuervo me envía este texto que refuerza mi idea de que los africanos tienen razón cuando aseguran que para educar a un niño se necesita de todo el concurso de la aldea.O, como aseguraba Napoleón: la educación de un niño comienza 20 años antes de su gestación.
No puedo dejar de pensar en este niño en patineta como otro niño en caricatura,de apellido Simpson, que se ha ido deformando hasta los tristes programas de dibujos animados que validan ese lado oscuro que nos separa de la vida en comunidad por medio del irrespeto y la intolerancia. Un modelo de pensamiento y de humor gringos que hemos asumido pacientemente sin poder siquiera leer detrás de sus líneas.


Reflexiones sobre una escupida . Daniel Prieto Castillo

Diario Los Andes, Mendoza, jueves 19 de febrero de 2009. A partir de una anécdota vivida por sí mismo, el autor de la nota analiza la crisis de la educación formal y sus relaciones con la educación “informal”.


Era la mañana del domingo. Salí a dar vueltas alrededor de la plaza de mi barrio, como trato de hacerlo cada día. Venía por la vereda que da hacia el norte. Adelante, tres chicos de unos 8 o 9 años borboteaban risas. Uno era el centro de la alegría. Corría y patinaba sobre un charco, amenazaba caerse y ganaba la vertical con un salto. El sol bordaba reflejos en el agua y carcajeaba también sobre los cabellos y la piel del crío. Pasé feliz junto a ellos. Si un niño ríe y juega, vivir tiene sentido. Entonces me escupió la cabeza.


He visto por estos atribulados países nuestros, niños de la guerra y de las hambres, de la opulencia y del consumo desenfrenado. He visto niños mendicantes, limpiavidrios, contorsionistas, malabaristas, lustrabotas, vendedores de lo que fuera, incluso de sí mismos. He visto niños de la calle y de las mansiones, de las cosechas y de las limusinas, de la violencia y el abandono frente a quienes crecen acunados por la fortuna. He visto mucho más de lo que hubiera querido ver, pero nunca me había cruzado con un niño capaz de escupir la cabeza de un adulto de mi edad.

Me acerqué indignado. El chico daba la espalda y los otros dos miraban para cualquier parte. “¿Por qué me hiciste eso?” Se volvió hacia mí. Tenía los ojos grandes como soles asustados “Yo no fui, señor”. “Por supuesto que fuiste. ¿Por qué me hiciste eso?” “Yo no fui, señor”, repetía sin bajar la mirada.Había sido él. El salivazo partió de sus labios. Pero ese “yo no fui” me golpeó más hondo que la humillación. ¿Qué camino ha recorrido, vivido, un niño para permitirse tamaña gracia? Como educador, debo preguntar por los aprendizajes que fueron tallando una manera de percibir, de sentir, de ser, capaz de abrir las compuertas para semejante paso.

La clave de ese acto es la educación informal, propia de las relaciones en las que nacemos y crecemos, de la vida cotidiana en la familia, en el barrio, en la ciudad, y también de la oferta de la cultura mediática. La educación informal es la cuna de nuestro ser. Supongamos los aprendizajes de los primeros 20 años de vida de alguien. Supongamos que alcanza a cursar ocho de lo que se llama educación formal. Ellos, llevados a tiempo real, no llegan ni a cinco: nueve meses al año, cinco días a la semana, cuatro a seis horas diarias de clases… Cinco años o menos, entonces; todo lo demás es educación informal.


Mientras él seguía negando con los ojos muy abiertos, me iba ahogando una tristeza sin márgenes. “¿Quién te educó, dije, adónde aprendiste que es divertido hacer esto?” Reiteraba su respuesta: “Yo no fui, señor”. Me alejé. La tristeza pudo más que mi indignación. Se trata, la informal, de una educación profunda, radicalmente personalizada. Nada en ella pasa por los libros o por los conceptos. Se la bebe, vive, de ser a ser, en el día a día, a través de rostros, gestos, miradas, tonos de la voz, palabras, conductas… Pero sobre todo mediante los modelos que ofrecemos los adultos a niños y jóvenes.

Los modelos de la vida cotidiana son de carne y hueso, están ahí, en un juego permanente de cercanías, ya sea en el cara a cara con quienes se crece, o en el otro cara a cara con los personajes de la cultura mediática. Cuna de nuestro ser esos modelos, a través de los cuales podemos heredar lo más digno de otras generaciones, o lo más indigno. La existencia es demasiado compleja como para buscar determinadas causas de un acto puntual. Pero como víctima de esa acción, tengo todo el derecho a preguntar por los modelos sociales cotidianos que alimentaron y alimentan la imaginación, la sensibilidad, los afectos, la percepción, los juegos, los gestos, los actos de ese niño.

Hace unos años escribí: “Toda violencia sembrada en la niñez, fructificará”. Añado ahora: todo culto a la burla y a la farra televisiva, todo alarde de picardía a lo viejo Vizcacha, toda complicidad con grandes o míseros actos de corrupción, todo empecinamiento en una pretendida adolescencia eterna, a los veinte, a los treinta, a los cuarenta años; todo abandono de nuestra responsabilidad de adultos, todo atropello a la convivencia visto como una gracia, toda renuncia de los mayores a educar, toda práctica de pedagogías perversas, fructificarán.

El chico expresaba una razón terrible en sus palabras. Ya comenzaban a madurar en él las tercas huellas del mundo adulto. No volví a verlo. Continúo con mis caminatas. Nadie más me ha agredido. Tal vez fue un solo caso. Un niño no es todos los niños. Desde lo más hondo de mi ser, quisiera creerlo. Daniel Prieto Castillo - Profesor universitario

lunes, 11 de abril de 2011

Historia postmoderna:Había una vez un niño sin Internet




Cuando era adolescente me pasaba horas pegada al teléfono. A un teléfono inalámbrico, negro, de bocina redonda, como de caricatura antigua. Mis otros dos hermanos, también adolescentes, peleaban conmigo el turno para hablar y recibir llamadas. Era realmente incómodo no saber quién llamaba, no tener privacidad y, sobre todo, no tener movilidad. Cuando inventaron el teléfono celular yo fui muy feliz, era una gran idea. Ya no tenía que estar en mi casa esperando a que me llamaran, ahora podía movilizarme. Tenía un número exclusivo para mí, podía hablar y contestar casi en cualquier parte (aclaro que se que hay personas que contestan en cualquier parte).Aún sigo pensando que es un magnífico invento. Creo que si en los años 80 en Colombia hubiera existido este aparato los bogotanos no habríamos sufrido tanto cuando no sabíamos si nuestras familias quedaban en medio de un carro bomba. Recuerdo que en esa época todos, hasta los más independientes salían de su casa y avisaban con lujo de detalles para dónde iban.



Mi tesis de grado, la de pregrado, la hice a mano y en máquina de escribir, al igual que los trabajos para la universidad. Cuando me equivocaba usaba unas hojitas blancas que ponía frente al tipo (la palanquita con la letra) y tipeaba para corregir .Yo tengo una amiga que cuando se equivocaba repetía toda la hoja, yo no era tan perfeccionista. La primera vez que me senté frente a un computador y escribí un poema, para mí fue mágico ver cómo podía organizar los versos, darles forma, revisarlos, cortarlos, trasladarlos, pegarlos, repetirlos. Cuando aprendí a manejar el computador mi producción escrita se disparó. Era genial escribir y revisar e imprimir. Escribí un libro en un mes, pasé mis poemas a formato digital, los reedité. Aprendí a manejar Excel (luego lo olvidé).En fin, me enamoré del los computadores y dejé de lado a mi máquina Olivetti y su hermoso sonido de teclas.



Algún amigo me instaló programas de juegos en el computador, pero no pude con ellos, como no había podido antes con los ATARI. A duras penas juego a acomodar ladrillitos y piedritas pero me tensiono mucho con los juegos de guerra y una vez vi cómo un amigo dejó de dormir por terminar un juego de Age Of Empire. Dicen que las mujeres jugamos menos que los hombres .A mi no me gusta disparar ni virtualmente así que no me interesan mucho los sonidos, sobre todo los sonidos de balas y de muerte y sin sonidos uno no juega bien.Me encanta jugar cartas con mis amigos, charada (porque aunque no lo crean siempre gano), monopolio o cualquier juego de mesa. Me gusta la distracción, la risa compartida y además he jugado incluso cuando la luz se va y tenemos que alumbrarnos con velas ,cosa que no podría hacer con el computador o las consolas de videojuegos.



Cuando llegó Internet, a mi vida regresó el género epistolar, por medio del correo electrónico me comuniqué con amigos lejanos y esa ha sido una maravillosa experiencia. Miles de cartas y notas y palabras han circulado por mi Hotmail y me han entregado noticias buenas y malas. Hasta regalos virtuales he recibido. Mi amiga Ángela me ha enviado una foto tomada por ella (que es la que encabeza esta nota) y me cuenta que persiguió la mariposa sólo para enviarme la imagen.



No voy a dejar de mencionar a los buscadores, la navegación y los portales de la web. Para mí ,que aprendí a leer en enciclopedias, Internet es eso, una mega enciclopedia y disfruto mucho leyendo y ahora con el blog, escribiendo. No puedo medir la enorme cantidad de poetas, cuentos, libros, historias y canciones que he leído, escuchado y conocido gracias a Internet .Es indecible la cantidad de aprendizajes sobre el idioma, la escritura, el arte, la biología que he experimentado e estos años. Cuando chateo escribo toda la palabra, no uso emoticones, a veces me valgo de interjecciones y termino llamando a la persona con la que chateo para poder oír su voz, he intentado instalar eskipe pero me da un poco de pereza, no tengo tendencia a ser estrella de las pantallas



Facebook es otro asunto. Como todo en Internet hay que leer la letra menuda de los contratos. A mi me ha servido para contactarme con mi familia y mis amigos. Tengo 36 contactos, todos conocidos y allí pongo mis enlaces favoritos, comparto reflexiones e imágenes. Me meto en las conversaciones y divago un poco. Tengo también un Facebook para mi proyecto de escritura creativa y ha dado resultados pues tiene gran poder de convocatoria. Sin embargo, allí puedo ver cómo algunos exponen su intimidad sin recato o sin medir las consecuencias de lo que publican. He llegado a la conclusión de que esta red explora la tendencia a meterse en la vida de los otros y eso pude ser manipulado para bien de terceros.



Esta semana leí que uno puede aficionarse a Internet tanto que genera situaciones de estrés y ansiedad cuando no está conectado o no tiene teléfono celular. Me asusta un poco, pero no por mí, sino por mis estudiantes que ahora mismo deben estar chateando o mirando las pantallas de sus computadores. Me asusta por los padres que están comprando celulares a niños de cinco y seis años y por los miles de televisores y consolas que ofician como cuidadores de niños de doce y trece años que ya no quieren ir a piscina o a vacaciones en el campo porque allí no hay enchufes para sus juguetes.





Ahora viene la televisión digital, imagino que ésta es a mi televisor, lo que el celular es para mi antiguo teléfono negro. Imagino lo que pasará con una pantalla más en la casa de los jóvenes. Unos jóvenes que leen poco y son tan crédulos que utilizan los super bites que tienen sus utensilios electrónicos para pasar cadenas de oración, escuchar vaticinios sobre el fin del mundo, compartir métodos caseros de planificación familiar, ver videos arreglados que se convierten en éxitos comerciales, consumir pornografía, sacarse la lengua con un emoticón y hacer todo lo que hacíamos cuando esos inventos sólo existían en las historietas de Dick Tracy. Yo, mientras tanto, disfruto de lo que hago con o sin esos instrumentos, porque básicamente es lo mismo: escribir, leer, hablar con mi familia y mis amigos, tomar fotos, escuchar música, estudiar, aprender y divertirme.Sigo siendo la misma con o sin Internet porque tuve la fortuna de nacer antes que estos inventos.Espero que los muchachos de hoy en día no sean de los que se sienten mutilados cuando sus aparatos no funcionan.

lunes, 4 de abril de 2011

La taberna de Platón




No nos digamos mentiras: La promoción automática fue un saqueo a la riqueza intelectual de Colombia.



Hace dos años un estudiante me preguntó en clase si ese Prometeo al que se refería un autor era “el dios de las promesas”, algún otro estudiante, no hace poco, escribió una disertación sobre “la taberna de Platón” y hace una semana un estudiante al escribir un perfil de una de sus profesoras registró que una de las historietas favoritas de ella era “Calvin Klein” . Me han parecido muy graciosos estos apuntes, pero después de la risa viene la preocupación, paso muchas horas pensando que es evidente la degradación de los saberes de los estudiantes colombianos y su debilidad para asumir temas intelectuales o que requieren de pensamiento abstracto.



La primera vez que entré a un salón de clase hace 22 años me encontré con unos niñitos de doce y once años que me preguntaban cosas interesantes, ellos leían. Recuerdo a algunos sentados en las escaleras del colegio leyendo libros de poemas. En esa época trabajaba en un colegio cercano a la Universidad Nacional y me encontraba casualmente con muchos de mis estudiantes en la cinemateca de la universidad. Después de la película discutíamos, analizábamos y disfrutábamos de una charla basada en nuestro amor por el cine. Tengo una hermosa imagen de un jovencito de séptimo grado embebido en la lectura de un libro durante la fila de entrada al colegio. Aún guardo las cartas y los poemas que escribían cuando terminaba el curso.



Ahora, 20 años después, me es difícil sostener una conversación con mis estudiantes. Siento que hay dos idiomas diferentes. Mis estudiantes no van a cine porque no les gusta leer los subtítulos, algunos no leen de corrido y cuando escriben confunden el orden de las sílabas. Casi todos tienen computador pero ninguno lee el periódico. Cuando intento hablar de literatura encuentro que ellos no leen por gusto propio, cuando hablamos de biología descubro que no tienen claros conceptos básicos, mínimos. Es evidente que el sistema escolar formó de modo diferente a estos jóvenes y que el resultado, no fue el esperado. Ahora tenemos a unos muchachos cuyo cerebro ha sido saqueado: no poseen información y menos formación.



Toda mi vida he sido una convencida de que no importa tanto la habilidad cognitiva o inteligencia como la capacidad para disciplinarse y alcanzar una meta. Creo que la inteligencia sin rigor se pierde con el paso del tiempo. En mis clases intento enseñar basada en que mis estudiantes trabajen con esquemas de procesos, esto requiere que ellos revisen más de una vez sus escritos, que estudien de modo independiente , que lean más allá de los tres o cuatro textos asignados en clase, que consulten múltiples fuentes, que relacionen lo leído con los contextos y logren analizar y transponer situaciones. Mis evaluaciones y mis clases están diseñadas para fomentar habilidades de pensamiento. Sin embargo, tengo que reconocer que mi método fracasa y lo hace porque los saberes previos que necesitan mis estudiantes, los más básicos y fundamentales no existen en sus cabeza ni en sus cuerpos, porque estudiar es un asunto de cuerpo y cabeza.



Corporal porque para estudiar se necesita “aquietar” el cuerpo, tranquilizarlo para que encuentre la postura de la lectura, el espacio para la concentración. Ya todos sabemos que no hay espacio sin tiempo y estudiar requiere de un tiempo, de un ritual. Algunos jóvenes que conozco aman la lectura y me gusta preguntarles qué hacen antes de leer. Me cuentan que beben agua, que ponen una música determinada, que escogen un sitio que para ellos es “el sitio”, en fin, poseen costumbres personales, apropiaciones, experiencias que los acercan a la lectura desde la subjetividad y el gusto. Para mí es triste afirmar que la mayoría de mis estudiantes no posee hábitos de lectura. Mientras leen, revisan su correo electrónico, hablan por celular, chatean, ven televisión y escuchan IPOD. La proliferación de aparatos ha dispersado la atención de estos jóvenes al punto que se comportan como si tuvieran TDAH, esa enfermedad del síndrome por déficit de atención e hiperactividad. Internet es un sistema que nos dispersa. Está diseñado para que “naveguemos” en un mar que nos lleva de lo central a lo periférico y nos pierde con “cantos de sirenas” (ventanas que se despliegan, vínculos hipervínculos, videos, comerciales). La mente de nuestros estudiantes tiene el formato de ventanas que se ha instalado en sus cabezas, por ello sufren cuando deben concentrarse en una tarea por mas de quince minutos. Yo puedo leer en computador porque olvido los “otros servicios” y me puedo concentrar, pero incluso, a veces, término haciendo cosas que no quería.



Creo que el asunto no es de inteligencia sino de disciplina. La escuela de los últimos años olvidó formar en la disciplina,entendida como autorregulación. La escuela confundió la personalización con la irresponsabilidad. Pervirtió el concepto de “zona de desarrollo próximo” y el de inteligencia y, además, relativizó hasta desaparecer, los elementos fundamentales de una enseñanza de los mínimos culturales. El esfuerzo quedó relegado en pro de la alcahuetería y la pereza. La mediocridad se convirtió en la medida y los profesores perdieron la esencia de su labor: enseñar a pensar, preparar al estudiante para que con disciplina y trabajo de a su cerebro la forma de sus metas, sueños y aspiraciones. La escuela se convirtió en un “lugar agradable, cómodo, en un mundo de mermelada y miel, como diría Estanislao Zuleta. En el espacio más fácil del mundo, en el reino de la nada”



Y en ese reino se perdió el sentido. En aras de mantener divertidos a los estudiantes los profesores prefirieron leer a Paulo Coello que a Chejov, prefirieron hacer cualquier “actividad“ que sus estudiantes calificaran como divertida y olvidaron que el conocimiento requiere de esfuerzo. En pro del libre desarrollo de la personalidad y del derecho a la educación los profesores quedaron maniatados para realmente formar a sus estudiantes en el esfuerzo, en el trabajo arduo que significa aprender y moldear el cerebro para el conocimiento.La promoción automática pervirtió el rol delmaestro y lo redujo a lo mas triste: Un entretenedor de jovencitos.



Quiero dejar constancia de que me niego a seguir en el juego de alcahuetear a mis estudiantes en su camino hacia la dispersión. Me encanta que usen las herramientas tecnológicas para demostrar hasta dónde llega su inteligencia, no estoy en contra de la creatividad ,pero me niego a que pierdan la mayor riqueza que tienen: sus mentes. Por eso sólo veo los computadores y los aparatos electrónicos como instrumentos pero jamás como sustitutos. Un estudiante no es más inteligente porque tenga mayor capacidad en el disco duro de su computador, un estudiante es inteligente cuando usa su conocimiento para resolver problemas, un estudiantes es más inteligente cuando a pesar de no tener más que un lápiz y un papel puede diseñar, planear, criticar, analizar, proponer y decidir, mientras tanto, para mí cualquier estudiante con computador es sólo un muchacho con un juguete costoso y, a veces, distractor.