viernes, 30 de septiembre de 2011

Instantáneas





Hace dos semanas conocí el rostro de Amanda. Pude ver sus ojitos cerrados y su gesto de buda. Sólo tiene 4 meses de gestación y la tecnología ya me ha permitido verla, ver sus manitas cerca de la cara y hacerme una idea de cómo va ser cuando salga al mundo. El padre y la madre de Amanda están felices de conocerla, han publicado su foto en FACE Book, la cargan en la billetera y la pondrán en el álbum que le están construyendo.





Cuando yo nací mi padre me tomó muchas fotos, tantas que hay un álbum lleno de sólo un día, fotos pequeñas en blanco y negro que me muestran con el gato, con mi madre, con mi abuelo, con el perro, con una llanta de tractor.



Una amiga me cuenta que carga las fotos de su sobrino en la billetera porque está comprobado con investigaciones que cuando una billetera se pierde y lleva fotos de niños es mas susceptible de ser regresada.



Mi foto favorita es una en la que tengo tres meses. Se puede ver sólo mi rostro de bebé. No se distingue bien si soy niño o niña y soy un bebé mesticito, morenito, casi indígena. Hace poco me vi, o mejor, me reconocí, en un bebé que ví en un buseta. Supe que ella (o él) se iba parecer a mí y me enternecí.Quise saber si volvería a verlo, a reconocerlo.



La foto más antigua de mi familia paterna se dañó justo por la orilla donde está mi padre aún bebé. Mi hermana tardó muchos meses en reconstruir para nosotros a ese niño que mi abuelo carga en las piernas. Mi padre nos cuenta que la llegada de los fotógrafos al campo era un acontecimiento. En esta foto veo un mantel de cuadros como fondo y a una abuela jovén y elegante. Un familia que ya se ha disuelto como la tinta que se ha ido desgastando.



Una estudiante de mi taller me cuenta que sólo tiene una foto de su hermanito. Él tenía tres años cuando murió y ella sólo conserva un cuadrito de papel con el niño muy elegante, sentado y con los ojitos cerrados. La mamá de mi estudiante hizo que le tomaran esta foto al niño después de muerto. Lo vistió, lo peinó y lo sentó en su regazo para poder tener una ultima imagen de él.

Luis Santiago Lozano tenía 11 meses y era precioso.Su mamá tenía muchas fotos de él. Era el bebé de la portada, blanco,rosado,de ojos azules.Cuando desapareció, los noticieros prsentaron una a una las imágenes del angelito,en la tina, con la abuela, en el coche, en la cunita. Los que vimos a bebé nos conmovimos porque esa ternura y esa belleza no debían ser maltratadas. ¿Qué clase de bestia sería capaz de matar un niño tan hermoso?. Recientemente el caso de una niña de 11 años en Argentina puso a los medios en debate. La niña estaba secuestrada y los noticieros pasaban hasta el cansancio videos y fotos de la niña, su foto de perfíl de Face Book dió la vuelta al mundo. La niña resultó muerta tirada en un basurero. La sobre exposición de su rostro pudo contribuir a presionar a sus asesinos.







Yenny y Yimmy sólo tienen dos fotos, la del carnet del colegio y otra que su papá les mandó tomar en una feria. Jeferson no tiene ninguna foto porque estaba muy pequeño y en ese tiempo no pasó ningún fotógrafo. Tomarle una foto a Jeferson, vistiéndolo y peinándolo tal vez hubiera sido una idea de una madre, pero esos tres niños no tenían la madre cerca. El padre debía ir a trabajar y los niños se quedaban en casa cocinando y tal vez jugando un poco. Estos tres hermanitos estaban cuidados por un ejército nacional que hizo poco cuando uno de sus miembros y quién sabe si más de uno, violó a Jenny y mató a sus hermanos y los enterró a la orilla de un río, mal enterrados. A prisa, como a perros.



Hoy no tenemos carteles con las caras de estos tres niños y no podemos imaginarnos cómo eran. No ha habido juicio y la juez que llevaba el proceso está muerta mientras todo se pospone a causa de las leguleyadas que dilatan el proceso, diluyen la memoria y la rabia y nos regresan a la peste maldita del olvido.



¿Cúantos niños campesinos existen para nosotros?, ¿Qué imagen tenemos de ellos? ¿Existe para nosotros alguien que no podemos ver en una imagen?