lunes, 30 de agosto de 2010

De la alegría de leer a la alegría de querer: Jairo Anibal Niño.

De la alegría de leer a la alegría de querer: Jairo Anibal Niño.

No le vamos a contar a nadie, pero hubo un tiempo en que yo creía que era inteligente, muy inteligente. Tenía diecinueve años y pensaba que el noventa por ciento de las personas sabía menos de lo que yo sabía. Era una chica detestable. Pero vamos a perdonarme porque era joven y porque mi pasión mayor era la literatura, la lectura y el conocimiento y porque me gustaba ser profesora y aún me gusta.

Ahora que se mucho menos de todo y que, con humildad, voy por la vida docente sin querer usar el saber como poder o al menos luchando por no hacerlo. Recuerdo una hermosa lección de humildad que me dio mi profesora de literatura infantil. Ella se llama Luz Mery Giraldo y fue también mi directora de Tesis en la Universidad Pedagógica Nacional. Este curso de literatura infantil era ,en ese entonces, un invento reciente y pretendía entrenar a los profesores para que estuvieran en capacidad de ser promotores de lectura entre sus estudiantes más jóvenes. Sin embargo, a mi, el curso me pareció obtuso. No podía entender por qué debíamos animar a la lectura a las personas. Me parecía que era muy inteligente querer leer, amar la lectura. Yo era lectora desde niña y había leído todo lo que se me cruzaba por los ojos.

En el curso la profesora nos presentó un panorama de autores colombianos y entre ellos estaba Jairo Aníbal Niño. Mis compañeros, de semestres más avanzados, hablaban mal de este escritor, decían que era comercial, vendido, casi un sacrílego. Yo comencé por un libro que me gustó: “Puro pueblo” y por unos poemitas pegajosos que no pude clasificar porque no tenía con qué compararlos en mi experiencia lectora. Cuando tuve que hablar sobre Jairo Aníbal Niño hice una intervención pretenciosa y desobligante. Mi profesora dejó que yo terminara y luego me dijo: Eso lo dices ahora, espera a que crezcas un poquito.

Y crecí y tuve la oportunidad de ver a Jairo Aníbal en acción. Lo ví hablando con los niños en la fundación Rafael Pombo, ví cómo los encantaba, vestido con un mono de mecánico y con un avioncito dorado de prendedor Jairo Aníbal era uno de los mejores animadores de lectura y de escritura que yo he conocido. Los niños lo adoraban. Querían su figura bonachona, su risa, su voz gruesa y dulce que leía e interrogaba, sus ojos brillantes y apasionados que siempre sonreían cuando escuchaba.

Ahora que soy animadora de lectura pienso en todo lo que aprendí viéndolo trabajar. Aprendí que la pasión se enseña. Que no hay nada más importante que el juego y que el juego es algo serio. Que no hay que tener miedo a la risa o al desorden, que entre una frase tierna y un insulto prefiero ser tierna, ridícula y cursi.

Querido Jairo Aníbal. Siempre desee que un hombre se acercará a mi y me diera un avioncito de papel para que se lo cuidara durante el recreo, siempre quise ser el cielo de alguien y creo que ese poema tuyo no era para niños. Lo que tú hiciste fue mostrar cómo el amor nos regresa a la infancia, a ese mundo lúdico en el que los besos navegan en los vasos de cartón y el mundo cabe en el ojo de un gato. No creo en el cielo o en el infierno, pero estoy segura de que tú hiciste de tu vida un paraíso para ti y para muchos lectores que te leen a escondidas y sonríen con tus imágenes.Tú viviste la “alegría de querer”

2 comentarios:

  1. Mira que a pesar de que alguno lo llaman Jairo "Almíbar", siempre voy a recordar sus lecturas en varios momentos de mi niñez... cómo me gustaría conocerlo y hablar un poco con él, darle las gracias por darle momentos bonitos a mi infancia (momentos encerrados en aquella Antología Comunicativa, junto a otros momentos de otros tantos escritores-soñadores)... Bonito artículo :)

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  2. Que bueno encontrar personas que expresan este tipo de pensamientos y sentimientos del se humano.Anima al espiritu para leer y comprender mejor a quienes escriben para nosotros.

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