lunes, 11 de abril de 2011

Historia postmoderna:Había una vez un niño sin Internet




Cuando era adolescente me pasaba horas pegada al teléfono. A un teléfono inalámbrico, negro, de bocina redonda, como de caricatura antigua. Mis otros dos hermanos, también adolescentes, peleaban conmigo el turno para hablar y recibir llamadas. Era realmente incómodo no saber quién llamaba, no tener privacidad y, sobre todo, no tener movilidad. Cuando inventaron el teléfono celular yo fui muy feliz, era una gran idea. Ya no tenía que estar en mi casa esperando a que me llamaran, ahora podía movilizarme. Tenía un número exclusivo para mí, podía hablar y contestar casi en cualquier parte (aclaro que se que hay personas que contestan en cualquier parte).Aún sigo pensando que es un magnífico invento. Creo que si en los años 80 en Colombia hubiera existido este aparato los bogotanos no habríamos sufrido tanto cuando no sabíamos si nuestras familias quedaban en medio de un carro bomba. Recuerdo que en esa época todos, hasta los más independientes salían de su casa y avisaban con lujo de detalles para dónde iban.



Mi tesis de grado, la de pregrado, la hice a mano y en máquina de escribir, al igual que los trabajos para la universidad. Cuando me equivocaba usaba unas hojitas blancas que ponía frente al tipo (la palanquita con la letra) y tipeaba para corregir .Yo tengo una amiga que cuando se equivocaba repetía toda la hoja, yo no era tan perfeccionista. La primera vez que me senté frente a un computador y escribí un poema, para mí fue mágico ver cómo podía organizar los versos, darles forma, revisarlos, cortarlos, trasladarlos, pegarlos, repetirlos. Cuando aprendí a manejar el computador mi producción escrita se disparó. Era genial escribir y revisar e imprimir. Escribí un libro en un mes, pasé mis poemas a formato digital, los reedité. Aprendí a manejar Excel (luego lo olvidé).En fin, me enamoré del los computadores y dejé de lado a mi máquina Olivetti y su hermoso sonido de teclas.



Algún amigo me instaló programas de juegos en el computador, pero no pude con ellos, como no había podido antes con los ATARI. A duras penas juego a acomodar ladrillitos y piedritas pero me tensiono mucho con los juegos de guerra y una vez vi cómo un amigo dejó de dormir por terminar un juego de Age Of Empire. Dicen que las mujeres jugamos menos que los hombres .A mi no me gusta disparar ni virtualmente así que no me interesan mucho los sonidos, sobre todo los sonidos de balas y de muerte y sin sonidos uno no juega bien.Me encanta jugar cartas con mis amigos, charada (porque aunque no lo crean siempre gano), monopolio o cualquier juego de mesa. Me gusta la distracción, la risa compartida y además he jugado incluso cuando la luz se va y tenemos que alumbrarnos con velas ,cosa que no podría hacer con el computador o las consolas de videojuegos.



Cuando llegó Internet, a mi vida regresó el género epistolar, por medio del correo electrónico me comuniqué con amigos lejanos y esa ha sido una maravillosa experiencia. Miles de cartas y notas y palabras han circulado por mi Hotmail y me han entregado noticias buenas y malas. Hasta regalos virtuales he recibido. Mi amiga Ángela me ha enviado una foto tomada por ella (que es la que encabeza esta nota) y me cuenta que persiguió la mariposa sólo para enviarme la imagen.



No voy a dejar de mencionar a los buscadores, la navegación y los portales de la web. Para mí ,que aprendí a leer en enciclopedias, Internet es eso, una mega enciclopedia y disfruto mucho leyendo y ahora con el blog, escribiendo. No puedo medir la enorme cantidad de poetas, cuentos, libros, historias y canciones que he leído, escuchado y conocido gracias a Internet .Es indecible la cantidad de aprendizajes sobre el idioma, la escritura, el arte, la biología que he experimentado e estos años. Cuando chateo escribo toda la palabra, no uso emoticones, a veces me valgo de interjecciones y termino llamando a la persona con la que chateo para poder oír su voz, he intentado instalar eskipe pero me da un poco de pereza, no tengo tendencia a ser estrella de las pantallas



Facebook es otro asunto. Como todo en Internet hay que leer la letra menuda de los contratos. A mi me ha servido para contactarme con mi familia y mis amigos. Tengo 36 contactos, todos conocidos y allí pongo mis enlaces favoritos, comparto reflexiones e imágenes. Me meto en las conversaciones y divago un poco. Tengo también un Facebook para mi proyecto de escritura creativa y ha dado resultados pues tiene gran poder de convocatoria. Sin embargo, allí puedo ver cómo algunos exponen su intimidad sin recato o sin medir las consecuencias de lo que publican. He llegado a la conclusión de que esta red explora la tendencia a meterse en la vida de los otros y eso pude ser manipulado para bien de terceros.



Esta semana leí que uno puede aficionarse a Internet tanto que genera situaciones de estrés y ansiedad cuando no está conectado o no tiene teléfono celular. Me asusta un poco, pero no por mí, sino por mis estudiantes que ahora mismo deben estar chateando o mirando las pantallas de sus computadores. Me asusta por los padres que están comprando celulares a niños de cinco y seis años y por los miles de televisores y consolas que ofician como cuidadores de niños de doce y trece años que ya no quieren ir a piscina o a vacaciones en el campo porque allí no hay enchufes para sus juguetes.





Ahora viene la televisión digital, imagino que ésta es a mi televisor, lo que el celular es para mi antiguo teléfono negro. Imagino lo que pasará con una pantalla más en la casa de los jóvenes. Unos jóvenes que leen poco y son tan crédulos que utilizan los super bites que tienen sus utensilios electrónicos para pasar cadenas de oración, escuchar vaticinios sobre el fin del mundo, compartir métodos caseros de planificación familiar, ver videos arreglados que se convierten en éxitos comerciales, consumir pornografía, sacarse la lengua con un emoticón y hacer todo lo que hacíamos cuando esos inventos sólo existían en las historietas de Dick Tracy. Yo, mientras tanto, disfruto de lo que hago con o sin esos instrumentos, porque básicamente es lo mismo: escribir, leer, hablar con mi familia y mis amigos, tomar fotos, escuchar música, estudiar, aprender y divertirme.Sigo siendo la misma con o sin Internet porque tuve la fortuna de nacer antes que estos inventos.Espero que los muchachos de hoy en día no sean de los que se sienten mutilados cuando sus aparatos no funcionan.

1 comentario:

  1. Que linda entrada Martha! Creo que en el caso de hoy me he sentido aludido, mejor me voy a leer, jeje. Un abrazo.

    Pd: Que foto la de Angela!

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