viernes, 21 de octubre de 2011

Universidad, formación y utopía.



En el trasiego del mundo de hoy los lugares del silencio permanecen y siguen siendo las universidades. Sin embargo, son pocos los lugares en los que es posible la comparación racional entre diversas visiones del mundo. Nosotros, la gente de universidad, estamos llamados a librar sin armas letales una infinita batalla por el progreso del saber y de la compasión humana.


Umberto Eco



En tiempos, como los que vivimos, en los que la racionalidad instrumental deja huella en las preocupaciones de la universidad por la formación profesional es necesario comenzar por retomar las preguntas fundamentales, que pueden dar sentido, o más bien, recordar el fin de la llamada educación superior.
Desde su origen medieval la universidad ha estado ligada a la posibilidad de que el conocimiento sea un factor reconocido socialmente como importante para los miembros de una comunidad. La nobleza de toga es el símbolo de un hombre que vale por lo que sabe y no por lo que posee o ha heredado. Ya en el siglo de las luces y con la visión racional, la universidad adquiere un compromiso con el conocimiento y con la ciencia como factores que son determinantes para el bienestar humano. El proyecto moderno comienza a evidenciarse en una universidad entregada al conocimiento científico y a la reflexión filosófica.


Sin embargo, y como lo apunta Gutierrez Girardot (1986) el gran peligro de la tradicion universitaria es que pierda su ethos, es decir, que olvide su esencia y se estatice en manejos burocraticos y dogmáticos que no permitan que la universidad sea el recinto para la producción y transformación del conocimiento.


Ahora bien, habría que entender que la visión de conocimiento que existe en la edad media, y aún en la ilustrada, es mucho menos fragmentada que los residuos con los que se educa a los jovenes universitarios de hoy en día. “Pedagogo quería decir entre los griegos, en sentido estricto, el que conduce al niño en todos los momentos de la vida. Generalmente era un esclavo o un hombre libre escogido por la excelencia de su carácter, de manera que fuera un verdadero prototipo, que formara más por la irradiación de su personalidad que por sus conocimientos. En la época moderna, el educador es alguien que transmite un saber profesional, es decir, un conjunto de conocimiento útiles. El educador, por otra parte, se ha convertido en funcionario.“ (Jaramillo Uribe 1990:48) Con el paso de las reformas iniciadas por Napoleón, la universidad ha perdido la visión del conocimiento como fenomeno integral y ha olvidado el compromiso de éste para el bienestar humano. La especialización se ha convertido en el resultado de las miradas positivistas sobre la ciencia y la desarticulación es el método que se privilegia en los laboratorios.


En Colombia la especialización ha llegado al punto de que la ley que rige la educación universitaria ha tenido que especificar que debe haber un mínimo de asignaturas de humanidades que permitan al estudiante recibir una formación integral, entendiendo por ella una formación que dimensione y contextualice los saberes y de elementos para la formación ciudadana, la vida política, etica y cultural y por supuesto, para la reflexión y el discernimiento.

Las universidades privadas se han visto en la necesidad de acuñar el concepto de formación integral para hablar de todo aquello que no puede ser justificado dentro del plan de asignaturas de una carrera pues no tiene utilidad inmediata ni aplicación evidente . Las universidades publicas, con amplia tradición, pueden permitirse el lujo de ofrecer un gran conjunto de asignaturas electivas que se inscriben en las lineas de las humanidades y que dan perfiles a sus estudiantes según sus intereses. Cuentan además con una infraestructura que les permite ofrecer ambientes formativos invisibles, extracurriculares que acercan a los estudiantes a una formación estética y cultural que brinda parametros y ofrece opciones de comparación entre los productos culturales de masas y los productos artísticos.


La formación integral , vista como solo un conjunto de asignaturas que deben estar ahí para cumplir la ley, es una visión limitada del asunto. Sin embargo, esta es la visión con la que la mayoría de las universidades aborda el problema de estas asignaturas, en los mas de los casos pertenencientes a las llamadas humanidades. ahora bien, qué consecuencias trae en la formación de los estudiantes esta visión irresponsable de las humanidades.


En primer lugar la fragmentación de las areas del conocimiento es la responsable de que la inteligencia de los jovenes cada vez sea más limitada. Nos hemos encargado, generación a generación de dar la parte sin recomponer el todo, de modo que la superespecialización reduce la mirada y produce una especie de miopía intelectual que no deja al estudiante entender que aquello que el estudia tiene antecedentes y consecuentes sociales, culturales, políticos y económicos y que esa inscripción en la historia tiene un propósito intimamente relacionado con el destino de la humanidad.


El profesional como funcionario tiene una formación exclusiva para el trabajo, de allí su miopia y de alí que no esté en capacidad de entender que aquello que recibe en la universidad es un constructo que tiene intenciones, propósitos y miradas. La racionalidad instrumental hace que la universidad no vea más allá de lo inmediato y que sea sorda a los llamados desde el pasado. A esas voces que le recuerdan que el conocimiento es la herramienta por medio de la cual se consigue la autonomía y se resiste a la heteronomía. En cierta medida, la universidad no debería justificar la existencia de las humanidades en sus programas, mas bien debería recordar lo que los antiguos ya tenían claro: que todo conocimiento es un conocimiento sobre la humanidad. “ El hombre griego desea, ante todo, ser humano. Una esperanza que en su aparente simplicidad inscribe el origen de la idea que el griego tiene de cultura,de paideia,de cultivo de su realidad. ( Lorite Mena.1985: 8)


Como organismo, la universidad no está inscrita solo en el presente, ella tiene un compromiso con el futuro y una responsabilidad con el pasado. El futuro le indica la necesidad de discernir y el pasado le da las herramientas para no olvidar lo fundamental. Esto fundamental no pude quedarse en lo evidente. Es decir, lo evidente es la teoría de la relatividad, pero lo profundo, lo esencial es que a partir de esa teoría el conocimiento y el hombre mismo no puede asumir dogmas con respecto al conocimiento ni a cualquier otro comportamiento humano. Entender las relaciones entre la teoría de la relatividad cultural y los planteamientos de Einstein es entender gran parte de lo que implican, por ejemplo, los comportamientos personales con respecto a los derechos humanos.
Esta idea del conocimiento como interrelación no es nueva , tiene su origen en grecia en donde la especialización era vista como una mutilación de las posibilidades humanas. El conocimiento desligado produce sujetos que no piensan por si mismos, que no pueden ligar el producto del conocimiento con un sentido político, social y económico.”Para el griego escoger un conocimiento en lugar de otro, unilaterizar la educación en algún sentido, era mutilar la personalidad. De ellos nos viene la vieja triada de la educación intelectual, moral y física.” (Jaramillo Uribe. 1990:47)

En nuestros tiempos es necesaria la especialización pero tambien es necesaria la recomposición , en el sentido de que el estudiante debe entender la relación con el conocimiento específico y el todo en el que está inscrito. Esta última parte es esencial para no olvidar cuál es el proposito del conocimiento con respecto a si mismo y a los demas de su especie y porque evita que el ser humano sea asumido como un instrumento o un objeto o ejecutor y le da un rol de sujeto, interlocutor, creador.


Esa “ recomposición, esa “ligazón” como la llama Morin (1990) es tarea de la visión histórica y filosófica y , en general , de las humanidades. Esta tarea permite al ser humano entender que el conocimieto es devenir y es un producto público para lo social. Si no se logra esta integración la mirada reducida deja a las inteligencias en su exclusiva etapa instrumental.


La inteligencia limitada es una primera consecuencia de la fragmentación del conocimiento, pero existe otra y es aún mas peligrosa: la deshumanización del conocimiento y la pérdida de su rol político y social. Además de el telencefalo altamente desarrollado y el pulgar oponible nada más ditingue al ser humano del chimpancé. Sin embargo estas dos caracteristicas hacen que los hominidos tengan como elemento de supervivencia su intleigencia y los productos de la misma. Vista asi, cualquier producto del desarrollo intelectual es un bien social. El hombre conoce para poder vivir en el mundo, para suplir su incapacidad adaptativa y su debilidad física frente al medio.
El conocimiento, como bien público, tiene entonces connotaciones políticas interesantes. Quienes más lo entendieron fueron los ilustrados que apostaron todo a su fe en que la ciencia , como bien de todos, lograría el bienestar humano. En esto no tuvieron suerte las ideas ilustradas debido precisamente al que el conocimiento se convirtió en un factor monetario que produjo riqueza y que se privatizó hasta tal punto que hoy se habla de la sociedad del conocimiento como si este fuera moneda de cambio.
En cierta medida, reconocer en el conocimiento un bien publico es ponerse del lado de la utopía. Entendida esta como la utopía moderna. El poder soñar que es posible una humanidad que comparta con los menos favorecidos los descubrimientos de la ciencia, que entienda que somos ciudadanos de un mismo planeta y pertenecemos a una misma especie.


Los requerimientos pragmáticos que exigen a la universidad sujetos “performativos” capacitados para la especificidad son atentados en contra de la esencia critica de la institución universitaria.La universidad tiene como objetivo el conocer el mundo y para ello debe internarse en el conocimiento de las ideas pues con él se consigue el camino para la autonomía de las mismas y por tanto de los ciudadanos.


Ahora bien, hasta qué punto la universidad está ligada al proyecto formativo de una sociedad?
Si revisamos el proyecto de formación más exitoso de la historia occidental, es decir, la Paideia podemos ver dos cosas. La primera que este proyecto formativo no es estrictamente escolar. No existe el aparato escolar como tal en la sociedad griega clásica y segundo el proyecto desaparece en el momento en que se liga al poder. y por tanto, tiende a estatizarse.


Un proyecto formativo incluye la sociedad en su conjunto, es para ella para quien se pretende formar a un hombre. Si bien, las etapas de introyección de la cultura ejercen violencia y domeño sobre el sujeto, estos mecanismos carecerían de sentido al no existir un propósito social. Este objetivo da sentido y norte a las acciones educativas de una sociedad y justifica sus signos y sus rituales.

Es por ello que la utopía es un elemento crucial de la formación humana y de una formación para la fratenidad, entendida como la oportunidad de que los seres humanos entiendan su compromiso con la especie y que reconozcan el conocmiento como el facotor que distingue y permite la supervivencia del hombre en el planeta. En los sueños y las aspiraciones de la sociedad estan los caminos, las directrices para la toma de decisiones y para todo proyecto educativo. Sin los sueños la educación univesitaria se convierte en solo instrucción y la instrucción, a su vez se convierte en factor deshumanizante y asocial.



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