martes, 17 de abril de 2012

Leer y comer: Las sutilezas del lenguaje de la industria de comestibles







La honda de lo natural se ha tomado la publicidad de los comestibles y digo comestibles porque no son alimentos. Todos los días vemos las promociones de aguas saborizadas cero calorías, de gaseosas dietéticas, de papas fritas y empaquetados elaborados con grasas trans y todas, sin excepción, prometen dos cosas imposibles: Salud y bienestar
La Coca-Cola Company tiene el descaro de declarar en sus botellas una campaña de bienestar que dice : “contiene millones de sonrisas, fuente de hidratación ,bajo en sodio”. Esas tres promesas sólo puede creerlas un iletrado. La primera no tienen que ver con la calidad del producto ya que sólo es una imagen utilizada como recurso de venta, la segunda es manipulada, si bien la bebida gaseosa contiene agua y por tanto puede hidratar su alto contenido de preservativos, colorantes, cafeína y gases que permiten la efervescencia y el mayor descenso de la temperatura del líquido (carbonatos) la hacen poco recomendable para la salud. La última promesa: el bajo contenido en sodio es un distractor. Todos le tememos a los excesos en la sal y huimos de ellos, pero otro de nuestros enemigos es el azúcar. La gaseosa contiene, por dos litros, el aproximado de dos tazas de azúcar lo que la hace un peligro latente para las personas. La promesa del bajo sodio sólo oculta el problema real de las sodas: son fuente de azucares y posibles facilitadores de la adquisición de la diabetes.

El asunto es que las industrias de comestibles saben más de gramática que el ciudadano promedio. Cuando afirmo que “Esas tres promesas sólo puede creerlas un iletrado” se que el tono suena pedante pero lo más triste es que estoy convencida de que a menor capacidad de lectura y comprensión mayor es la posibilidad de que seamos consumidores engañados y ciudadanos ingenuos y manipulables.
Digamos que tengo antojos de una paleta de chocolate y que compro una. Si yo leyera el empaque antes de destaparlo regresaría el producto porque en realidad no es de chocolate. En aras de bajar costos las industrias elaboran sabores parecidos al chocolate y redactan en sus empaque frases como “paleta con sabor a chocolate y cubierta con sabor a chocolate”. Es mas económico adicionar el sabor a grasas trans, agregar olor y color artificiales y cancerígenos y obtener un remedo que el consumidor disfrutará sin saber que en realidad no ha comprado lo que quería. Los que elaboran los empaques son expertos en el uso de las preposiciones y saben que no es lo mismo decir de que con. La mayoría de nosotros no reparamos en esos mínimos cambios del lenguaje.
En la letra minúscula de la información de productos comestibles se pueden encontrar frases como “sabor idéntico al natural” en productos como jugos de fruta que prometen ser cien por ciento naturales. Son miles las galletas, dulces, bebidas y helados que contienen Tartrazina y los chicles que se fabrican con Aspartame. Estas son sustancias que pueden producir enfermedades y alergias y por ello hay disposiciones que obligan a quienes las producen a advertir en sus empaques que esa sustancia está presente en el comestible. Para ello las industrias escriben la palabra en mayúscula sostenida, el asunto es que lo escriben en letra de dos milímetros. Este elemento lo hace ilegible e inaccesible para los consumidores.

Las promesas sobre la composición natural de los alimentos o el “fat free” de los dulces norteamericanos demuestran que la industria de comestibles sabe que los consumidores no leemos o leemos mal. Prometer que un masmelo está libre de grasa es cierto pero es distractor, si bien no tiene grasa tiene almidón, azúcar y colorantes, tres ingredientes poco recomendables para la salud.

Además, la lectura no es sólo un asunto de letras, comprender que las fotografías e imagenes de frutas,verduras y alimentos pueden ser manipuladas para que aparezcan en comestibles y poder dominar nuestro primer impulso de asociación para investigar a profundidad de qué está hecho lo que comemos es tambien parte de una lectura comprensiva.Leer es un asunto cada vez más importante. En un mundo de consumo puede ser la diferencia entre alimentarse y envenenarse. La letra grande ,por lo general, dice lo que queremos oír, pero la letra minúscula es donde reside la realidad y esa es la que debemos leer, así nos duela un poco la cabeza o tengamos que sacar las gafas de la cartera: Leer siempre será la clave para tomar decisiones saludables.

1 comentario:

  1. Hace mucho leí tu entrada, pero desde que lo hice para acá vengo observo ya más de cerca las leyenditas en los envoltorios de los comestibles que consumo. Y es para volverse loco, porque a pesar de que soy cada vez más consciente de sus mentiras y engaños, igual los compro la aplastante mayoría de las veces. Estoy perdido, lo se, pero al menos me hago cargo de que cada vez que como chatarra estoy muy enterado de ello. Espero que este darme cuenta sea el inicio para que, a corto plazo, pase de estos comestibles...

    Y apropósito de comestibles, reconozco las envolturas de la foto. Son golosinas argentinas...

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