jueves, 3 de mayo de 2018

Minicuento: Deber cumplido

Deber cumplido

 Por: Martha Fajardo Valbuena


“El mundo es un lugar lleno de porquería,
si encuentras la belleza tienes
 el deber de defenderla”

Tsui Hark. (Qi Jian) 



Siguiendo el consejo de su maestro, desde muy joven, Gsui, el guerrero, buscó una causa para defender. Emprendió un largo viaje al sur. Vio las rosas azules de Kamhuja entre la niebla de la madrugada. Rozó los pezones de una quinceañera en las tierras de Zimlapur. Probó el veneno convertido en manjar en los campos de Xloa. Apreció el olor transformado del ámbar en las calles de Daris. Escuchó las ciento treinta y tres voces de la ópera de Kiena y lloró.

Con el tiempo, Gsui paró su búsqueda y se estableció en una aldea sencilla; su espada no encontraba razón para la guerra. Los amaneceres, el vaho tibio de los animales y el saludo de sus vecinos fueron para él la belleza encontrada. Descubrió que no era su deber defenderla pues no le pertenecía y no aspiraba a poseerla. Una mañana, antes de cumplir los treinta y siete años, se arrodilló frente a su casa, desenvainó la espada y salvó a la aldea aniquilando al hombre de guerra que en él habitaba. 

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