martes, 18 de enero de 2011

El ruido es dolor

Me duele la cabeza, me siento irritable, siento como si tuviera agua en el oído y no pienso con claridad. Al fondo, muy alto, suena una canción de salsa, de la buena y clásica. Lo malo es que no suena en mi apartamento sino en el del frente y los vidrios de mis ventanas vibran con la estridencia.

Se sabe que el volumen alto de la música causa cefaleas, vómito, visión borrosa, irritabilidad, aumenta la presión arterial y el deseo de consumir alcohol. La revista médica Thorax describe en su último número los casos de cuatro jóvenes que sufrieron un colapso pulmonar (también llamado neumotórax), aparentemente desencadenado por la música a un volumen excesivo. Tres de ellos lo sufrieron en una discoteca, mientras que el cuarto se encontraba en su automóvil (equipado con una caja de graves de 1.000 vatios) escuchando la música "alta, como a él le gustaba (1).

El asunto del ruido a alto volumen es que causa dolor físico. Es decir, se convierte en una agresión física igual a, por ejemplo, propinarle a alguien una bofetada o un puño. Ignoro cuántas quejas y llamadas a la policía se hacen anualmente en mi país por causa de los vecinos ruidosos. Yo tengo un vecino de estos hace cinco meses y estoy al borde de la locura.

Muy a las once de la mañana comienza la exposición de su excelente colección musical. Tengo que reconocerlo, tiene muy buen gusto para la salsa y tiene versiones que yo no conocía. Mi vecino acomoda los parlantes de su equipo para que el sonido salga por la ventana, los pone en el suelo y los dirige directo hacia mi apartamento. No creo que él piense en mí, creo que piensa en todos nosotros los habitantes del conjunto residencial. Hace unos años, hablando con un nativo de esta ciudad, descubrí que esta es una práctica de amabilidad, según este tipo de personas, ellos tienen un buen equipo de sonido y quieren compartir su dicha con nosotros los que no tenemos las posibilidades económicas de tener esa calidad del sonido, algunos otros quieren arreglarnos el momento dándonos alegría por medio de la música, son algo así como el alma de “la fiesta” así sea un domingo a las ocho de la mañana, o a las diez de la noche o al mediodía de un pueblo en el que se hace la siesta (en un pueblo en el que vivo precisamente porque tiene la costumbre de la siesta).

A veces me siento como el protagonista de la naranja mecánica “torturado por aquello que le gusta” Me gusta la música, me encanta y me agrada tanto que no puedo escucharla todo el tiempo como hacen aquellos que la utilizan para llenar un vacío. No, la música para mí no es un accesorio, es esencia, tal vez la más sublime de las artes o de las expresiones folklóricas y populares. Escuchar música para mí es un ritual, un momento especial de mi vida relacionado directamente con la contemplación.

Sé que en este tiempo de soledad, muchas personas utilizan la música para llenar el silencio, como lo hacen los ascensores o los teléfonos en espera. Millares de solitarios en el mundo no pueden vivir escuchando su respiración o los latidos del corazón, temen que si no hay música puedan escuchar lo que su solead les dice.

Este vecino mío, que no sabe el dolor físico que me causa, continúa subiendo el volumen, no escucho el teléfono, el citófono, ni el televisor, el ruido es una sustancia sólida que entra por mi ventana. Decido cerrar las ventanas, aislarme del ruido y morir de calor; es medio día el sol pega en todo su esplendor pero debo decidir si dejar que se extienda mi angustia y mal genio o prender el ventilador y recibir un poco de paz.
.La música se escucha menos alta y debo llamar a la portería y pedir el favor de siempre “que le diga al vecino que la música está muy alta”. El amable vecino baja un poco el volumen pero mis oídos continúan como si tuvieran agua adentro. ¿sabrá este señor que casi todos los días me “abofetea”, que cada vez que saca sus parlantes produce en mí dolor físico?


 
(1)http://www.medicina21.com/doc.php?op=enfermedades3&ef=Neumolog%EDa&id=2030





1 comentario:

  1. Caramba, si que se de eso, y creo que en ningun lugar me librare de eso. En Colombia con reggaeton y en Argentina con Chacareras.
    UN abrazo.

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